En el corazón del oeste de Australia se encuentra Coral Bay, una joya enclavada en el extenso arrecife Ningaloo.
Históricamente, el arrecife Ningaloo ha florecido como un caleidoscopio de corales y peces. Sin embargo, el cambio climático hizo acto de presencia en 2022, cuando las condiciones meteorológicas provocaron un episodio de falta de oxígeno que ahogó la vida de una parte de este ecosistema.
Aunque alrededor del 70% del suelo de la bahía estaba cubierto de coral, en 2022, esa cifra se redujo a poco más del 1%.
Durante el mismo periodo, las algas tapizantes (pequeñas plantas de crecimiento rápido que pueden asfixiar a los corales hasta la muerte) aumentaron sustancialmente, pasando de cubrir el 25% del suelo de la bahía en 2021 al 79% en 2022.
A pesar de los meticulosos esfuerzos de conservación, los arrecifes de coral corren el riesgo de desaparecer a medida que el planeta sigue calentándose. Su desaparición sería desastrosa: estos vibrantes jardines submarinos son santuarios de biodiversidad y albergan una cuarta parte de todas las especies marinas.
La Gran Barrera de Coral está sufriendo una decoloración sin precedentes. Por primera vez, todo el arrecife está afectado, según el Instituto Australiano de Ciencias Marinas (AIMS). Los estudios aéreos muestran que unos 730 de los más de 1000 arrecifes están sufriendo blanqueamiento, lo que lo convierte potencialmente en el evento más extenso del que se tiene constancia.
Para científicos como David Juszkiewicz, conservacionista de corales y estudiante de doctorado en la Universidad de Curtin (Australia), la carrera por crear soluciones innovadoras que ayuden a los corales a adaptarse a un nuevo mundo ha comenzado. Aunque los científicos afirman que, en última instancia, hay que frenar el cambio climático, esperan poder hacer más fuertes a los corales hasta que el planeta se enfríe.