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Economía

¿Por qué la unión de Bolivia al Mercosur puede ser un regalo envenenado?

El miércoles de la semana pasada, los noticieros a nivel mundial pusieron la mira sobre Bolivia, debido a un sorpresivo intento de golpe de Estado. A pesar de su inminente fracaso, la sublevación puso en evidencia una inestabilidad política que ha germinado en los últimos meses, alimentada por la división interna del Movimiento al Socialismo (MAS), el partido oficialista.

Se trata de una crisis que se suma a otros problemas, como la escasez de dólares, los bajos ingresos por exportaciones y, por ende, el alza del costo de vida. En este escenario, el gobierno de Luis Arce oficializó hoy la afiliación de Bolivia al Mercosur, el bloque económico conformado originalmente por Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay.

En noviembre de 2023, se dio un paso importante luego que el Senado de Brasil aprobó el Proyecto de Decreto para la adhesión de Bolivia a la organización. Era el último obstáculo que le restaba al país altiplánico a nivel externo para culminar el proceso.

En paralelo y tras un debate que se prolongó por meses en ambas cámaras legislativas, el Senado boliviano finalmente aprobó la adhesión este miércoles 3 de julio. Finalmente, se espera que este lunes 8, durante la cumbre de presidentes del Mercosur, Bolivia presente formalmente el protocolo oficial de adhesión.

Cabe destacar que el bloque económico impone condiciones, como la libre circulación de ciudadanos entre los países miembros, así como el establecimiento de un Arancel Externo Común (AEC) para las importaciones provenientes de terceros países. En ese sentido, Bolivia, por su condición de país sin litoral, depende de negociaciones con sus países vecinos para impulsar sus exportaciones.

De hecho, la idea de una afiliación al Mercosur se remonta a la era anterior al MAS. “No es una posición del actual gobierno, en su momento, el expresidente Gonzalo Sánchez de Lozada abrió el camino para el ingreso al Mercosur, en aquel entonces muchos sectores empresariales y políticos coincidieron en que iba a limitar el acuerdo que tenemos con los países de la Comunidad Andina, con los cuales tenemos valiosas preferencias arancelarias y una relación comercial de larga data”, explicó Oswaldo Barriga, presidente de la Cámara de Exportadores de Santa Cruz, a AméricaEconomía.

Posteriormente, en 2006,  el flamante presidente socialista Evo Morales suscribió el protocolo de adhesión por primera vez. Por aquel entonces, las coincidencias ideológicas entre Bolivia y sus vecinos parecían asegurar su incorporación. No obstante, el Congreso de Paraguay se negó a ratificar esta moción y las discusiones se enfriaron en los años siguientes, con avances modestos.

Pero hoy en día, también hay más motivaciones para apelar al Mercosur. Para Antonio Saravia, economista radicado en EE.UU. y precandidato presidencial por el Partido Liberal Boliviano, en un contexto de crisis económica, el gobierno de Arce busca ganarse el favor popular con discursos atractivos como la “integración regional”.

“Quieren mostrarle a la gente que tienen algún tipo de racionalidad y hacer un esfuerzo por integrarse en la región. Además, los acuerdos de libre comercio tienen muy buena fama. Cuando muchas personas escuchan sobre estos, se entusiasman, porque creen que sus productos se venderán en otros países y en el caso de Mercosur, que podrán transitar libremente por los miembros del bloque regional”, declaró Saravia a AméricaEconomía.

Por otro lado, José Gabriel Espinoza, ex director del Banco Central de Bolivia, minimiza la responsabilidad de Arce en los trámites de admisión. “En líneas generales, el presidente no ha impulsado la integración, sino que ha heredado el trabajo.

Actualmente, está siguiendo más o menos los lineamientos de Brasil, sobre todo a partir de la aprobación que este país nos ha dado el año pasado”, explicó el economista. No obstante, Espinoza reconoce que en los últimos años, el gobierno boliviano ha actuado con mayor pragmatismo, pues ahora acepta integrar organizaciones con países no alineados a la izquierda regional.

Llama la atención que en el vecino Brasil, la adhesión de Bolivia ganó adeptos entre la izquierda y la derecha del gigante sudamericano. Esto no sería casualidad: según Saravia, la imposición del AEC es una de las principales razones del apoyo.

De ahora en adelante, si Bolivia desea importar materias primas o manufacturas desde Estados Unidos, China u otros países ajenos al Mercosur deberá pagar un arancel que fluctúa entre el 11,5 y 12% en promedio. Pero incluso, hay productos que poseen aranceles comunes del 35%.

“Por ejemplo, los bienes que más aranceles tienen son los autos y la carne los productos alimenticios, entonces si Argentina quiere importar vehículos chinos debe pagar un arancel muy alto. Así que es más fácil comprarle el mismo auto a Brasil, que es miembro del bloque”, sostiene Saravia. Desde su perspectiva, allí radica el interés brasileño por incorporar más países al Mercosur: el aumento de oportunidades de clientes para sus bienes y manufacturas. El economista opina que este escenario es negativo para Bolivia, porque desalienta la compra de insumos de mayor calidad en detrimento de los producidos por países vecinos.

Recientemente, el Instituto Boliviano de Comercio Exterior reveló que entre 1997 y 2023, hubo un déficit de US$ 42.000 millones en la balanza comercial entre Bolivia y el Mercosur: es decir, el país altiplánico importa muchos más productos de los que vende al bloque económico.

Al respecto, José Gabriel Espinoza sostiene que esta problemática se debe a la baja productividad de la economía boliviana en los últimos años. Es una tendencia que podría revertirse con proyectos de infraestructura, pero también en capital humano, así como reformas tributarias que conviertan a Bolivia en un país amigable a la inversión extranjera.

En ese sentido, el panorama actual no es muy alentador: en 2020, el Índice de Atracción Global posicionó al país altiplánico en el puesto nº116 en un ránking de 140 países con mayor atractivo para captar inversiones. A nivel regional, Bolivia solo superó a Venezuela (puesto 137) en el listado.

“La adhesión de Bolivia al Mercosur no traerá en el corto plazo una diversificación sustancial o la posibilidad de revertir un déficit tan grande como el que venimos arrastrando con el bloque. Sin embargo, abre la posibilidad de captar nuevos capitales que aceleren esta diversificación”, añade Espinoza. En otras palabras, las empresas bolivianas con productos de “nicho” tendrían más probabilidades de entrar a los mercados vecinos y desarrollar cadenas de proveedores que permitan reducir el déficit con el resto del bloque.

Sobre el interés de Brasil en reforzar lazos con Bolivia, Espinoza afirma que ante una Argentina hostil tras el ascenso de Javier Milei, el gigante busca afianzar sus lazos comerciales con sus demás vecinos, con miras a proyectar su comercio al litoral del Pacífico. A su vez, hay un interés en el sector energético boliviano, aunque este afronte una decadencia productiva.

“Hoy en día, la relación Brasil-Bolivia pasa principalmente por la energía. Y tal vez probablemente estemos empezando a ver intenciones de relacionamiento en otros sectores como en la minería o en la agroindustria”, opina el exdirector del Banco Central boliviano.

Mientras tanto, Oswaldo Barriga aclara que la industria energética del país debe fijar prioridades para repuntar. “Sin el Mercosur se negoció la venta de gas natural a Brasil y Argentina. Ahora que nuestras reservas están bajas, la prioridad de Bolivia es reactivar el sector. Hoy tenemos un sistema de gasoductos, que une Brasil con Argentina, que es parte de la infraestructura de integración energética del Mercosur”, apunta el titular de la Cámara de Exportadores de Santa Cruz.

Por otro lado, en 2023, el Instituto de Estudios Avanzados en Desarrollo (Inesad) y la Central Obrera Departamental de Bolivia (COD) estimaron que el 85% de la población ocupada trabaja en el sector informal. Se trata de cifras que se alimentan de un mal notable de la economía boliviana: el exceso de regulaciones tributarias que impulsa el contrabando a nivel nacional.

“Si Bolivia ingresa al Mercosur y quiere cumplir las reglas del bloque va a tener que militarizar las fronteras. Porque de alguna forma tienes que evitar que entren estos productos chinos de contrabando. Y si eso sucede, lo único que lograremos es duplicar o triplicar los precios para las familias más pobres del país”, lamenta Saravia.

Asimismo, la ausencia de una salida al mar encarecería aún más las importaciones para Bolivia: el Mercosur establece que si un bien extranjero es reexportado de un país miembro a otro, se vuelve a pagar el arancel externo común. Esta sería una acción obligatoria para que Bolivia pueda recibir insumos chinos que ingresan a Sudamérica por Argentina, por ejemplo.

Para Barriga, la nación andina posee una ubicación estratégica en el corazón de Sudamérica, que le granjea el potencial de ser un importante “nodo logístico”. Su postura se justifica en la presencia de proyectos clave como un corredor bioceánico de carreteras, uno ferroviario en planificación y la proyectada integración norte-sur de la nación, también por vía terrestre.

“También somos parte de la hidrovía Paraguay – Paraná, por donde se realizan operaciones comerciales con los puertos del Atlántico y se han hecho inversiones por parte del sector privado para tener una infraestructura portuaria, que se constituye también en un eje integrador a nivel regional”, aclara Barriga. No obstante, el empresario lamenta que esta integración se vea constantemente amenazada por los bloqueos de rutas, fruto de las protestas sociales de distintos gremios contra el gobierno de Arce.

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