Podemos iba como una bala. Con la mirada puesta en la repetición de 2016, en mayo absorbió a Izquierda Unida. El siguiente objetivo era el PSOE, por aquel entonces en caída libre. Había aires de sorpasso. Unidas Podemos obtuvo 71 escaños, pero sin superar al PSOE.
Este fue su techo electoral y, a partir de ahí, empezó una tendencia a la baja. Las diferencias personales e ideológicas supusieron la purga de la mayoría de los fundadores, incluido el número dos, Íñigo Errejón.
La moción de censura de 2018, en la que Unidas Podemos (UP) participó activamente, salvó a Pedro Sánchez, redibujó el tablero político y catapultó al PSOE. En abril de 2019, UP sacó la mitad de los votos que el PSOE, y un tercio de los escaños.
En la repetición de noviembre, la distancia se ensanchó aún más. UP quedó relegada al papel de socia menor de los socialistas. Iglesias obtuvo una vicepresidencia, pero, como suele suceder, en los gobiernos de coalición, el socio menor sufre.
Más tantos para el PSOE
El socio grande lograba definir el grueso de la agenda política y apuntarse la mayoría de los tantos. Las encuestas reflejaban ulteriores pérdidas de apoyo a UP entre el electorado y el capital político de Iglesias se erosionaba.
En este contexto, la convocatoria de elecciones autonómicas en Madrid precipitó los acontecimientos. Existía el riesgo de que UP perdiera su representación parlamentaria. De suceder eso, las perspectivas futuras de UP como formación y de Iglesias como su líder habrían quedado seriamente dañadas. UP necesitaba un revulsivo en Madrid, un liderazgo fuerte que eliminara ese riesgo. El problema es que la purga de los históricos y la concentración de poder en torno a Iglesias dejaba pocas opciones disponibles. Ante esta amenaza, Iglesias decidió bajar al ruedo y liderar él mismo a su formación en Madrid, para lo cual tuvo que renunciar a la vicepresidencia del Gobierno.
Iglesias intentó, sin éxito, unir fuerzas con Más Madrid, que presentaba a una candidata, Mónica García, poco conocida antes de las elecciones. Abandonado a su suerte, tenía que obtener un buen resultado para salvar tanto la marca de UP como la suya propia.
Aunque UP mantuvo su presencia en la Asamblea de Madrid e incluso subió tres escaños, obtuvo menos de la mitad de los votos que el PSOE y, lo que es más grave, que Más Madrid. Debe tenerse en cuenta que UP presentó a su líder nacional. Iglesias entendió que su tiempo como político había terminado y renunció a todos sus cargos.
¿Cómo queda la competición en la izquierda tras su marcha?
Por una parte, en lo que se refiere a su formación, la marcha de Iglesias deja a UP tocada. A la evolución descendente de UP, hay que añadir ahora unos resultados modestos en Madrid y un partido descabezado. En ausencia de cambios significativos, es plausible anticipar que el debilitamiento del apoyo electoral a UP continúe.
Por otra parte, muchos analistas se preguntan si los buenos resultados de Más Madrid (MM) permiten augurar la pujanza de un partido “verde” similar a los que están cotizando al alza en Alemania y en otros países vecinos. Sin embargo, el resultado de Más País en 2019 obliga a ser cautos. Al fin y al cabo, MM ya ha obtenido muy buenos resultados en Madrid en varias ocasiones sin que ello se haya traducido en el nacimiento de un gran partido verde nacional.
Por consiguiente, podría suceder que las elecciones madrileñas del 4M hayan abierto el camino a la reunificación del centro izquierda en torno a las siglas del PSOE. Como explicaba en otro artículo, la debacle de Ciudadanos posiblemente tenga como consecuencia la reunificación del centro derecha en torno a las siglas del PP.
Sumados, ambos desarrollos significarían que la renuncia del líder del primer gran partido de la nueva política puede marcar el inicio de la consolidación en torno a los partidos de siempre.