El país oceánico, donde hay siete veces más ganado que personas, quiere gravar a los agricultores por las emisiones de gases de efecto invernadero de los rebaños, una propuesta controvertida.
En este pintoresco país del Pacífico Sur, es una escena recurrente: donde crece la hierba, pasta el ganado.
Nueva Zelanda tiene siete veces más habitantes en cuatro patas que en dos (5 millones de personas para 26 millones de ovejas y 10 millones de vacas) y los productos lácteos, la carne y la lana representan más de la mitad de los ingresos de exportación del país.
Pero esta abundancia tiene un coste medioambiental. La mitad de las emisiones de gases de efecto invernadero de Nueva Zelanda proceden de la agricultura, sobre todo en forma de metano biológico y óxido nitroso procedente de los eructos del ganado, la orina y el estiércol.