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La ejecución de Túpac Amaru: ¿Acierto o error?

Popularmente en el imaginario peruano está presente la idea de que tras el 18 de mayo de 1781, donde fue ejecutado el cacique rebelde José Gabriel Túpac Amaru, la Gran Rebelión de 1780 culminó, con la derrota total de los rebeldes. Lo cierto es que la muerte del líder rebelde solo marcó un punto de inflexión en aquel contexto.
• Bando español:
Las autoridades españolas creyeron que sometiendo militarmente a los rebeldes, ejecutando a sus líderes de manera cruel, excomulgando a sus líderes, amenazando a las masas rebeldes con la excomunión general, ofreciendo el perdón a cambio de información, ofreciendo recompensas, amenazando con sanciones económicas y judiciales a quienes cooperaran con los insurgentes, e iniciando una campaña de propaganda anti-rebelión y anti-tupacamaru, estos (rebeldes) iban a dejar de luchar y la población en general se vería persuadida de no unirse a la causa enemiga.
“obtendrá el premio que mereciere, ya sea con una buena cantidad de dinero por una vez, o ya con un destino y renta equivalente, según lo he resuelto en premio de su fidelidad”. (Areche, 1781)
A pesar de que estas medidas si dieron resultados desde marzo de 1781 hasta abril de 1781, donde un sector importante de mestizos, criollos, indios y españoles dejaron a Tûpac Amaru o se cambiaron de bando, hacia el lado del gobierno, y las tropas del rebelde se redujeron de 6 000 a 4 000 efectivos, pasando a ser menos de 2 000 en mayo de 1781, los españoles cometieron un error estratégico que llegaria a ser casi fatal para el régimen.
“Creo que más quieren los indios alzados la vida de estos [caudillos], que se presumen sus libertadores, siendo en realidad sus engañadores, que las suyas propias por qué no ven tan cerca ese contratiempo de perderlas”.
(A. Jáuregui, 1782)
Y es que a pesar de que el gobierno virreinal sabía desde finales de 1780 que Túpac Amaru y su cúpula estaban creando una narrativa mesiánica en torno a su causa, estos decidieron ignorar y ridiculizar ese aspecto, como ya habían hecho antes con otros movimientos mesianicos, y por el contrario los españoles decidieron ejecutarlo de la forma más cruel que conocían, que por supuesto era lo que le correspondía a un rebelde de esa talla bajo las leyes hispanicas. Esto resultó en un error estratégico si se tiene en cuenta que la población mayoritaria era muy supersticiosa y cristiana, y esto sumado a algunas anomalías climáticas y el discurso profético calado en el pensamiento colectivo de los indígenas desde mediados del siglo XVIII, que resultó más fuerte en la década de 1770 (por la profecía de los tres 777), dieron paso a la creencia de que “los españoles inhumanos e impíos” habían matado nada menos que al Mesías, al Redentor, al Rey Inca prometido.
“Viva el Rey Inca y muera el Rey de España y todos los que lo defendieren”. (Quiroz, 1781)
Es así que Túpac Amaru de ser el “mas sanguinario rebelde”, pasó a convertirse en un mártir, en un arquetipo de lucha que logró cohesionar en su figura a todos los sectores que estaban descontentos con el régimen español de los reyes Borbónes.
Entendiendo esto para el bando español o virreinal el haber matado a Túpac Amaru, y no haberle exiliado o haberle dejado morir en algún calabozo como bien podrían haber hecho, fue el peor error que cometieron, pues sin querer habían crearon una especie de Cristo andino. Cuya figura aún hasta la fecha es utilizada contra los intentos de injerencia de los extranjeros y de los tiranos que abusan del poder.
• Bando rebelde:
A pesar de que muchos lamentan la muerte de José Gabriel Túpac Amaru, este acontecimiento fue beneficioso para la causa rebelde, ya que antes del 18 de mayo de 1781 el número de adeptos (fuera de la propaganda española que inflabla el número de adeptos) era menos de 2 000 efectivos, tras haber sido derrotados en el Combate de Layo del 14 de mayo.
Diego Cristóbal Tûpac Amaru que anticipó la muerte de su “primo” José Gabriel envió emisarios por todo el sur del Perú para extender aún más el rumor de que su pariente era el “Rey Inca” de las profecías a quien los españoles habrían de matar, y curiosamente el 18 de mayo de 1781, cuando fue ejecutado, ocurrió una tempestad en casi todo el Antiplano y sur del Perú, que hizo que los indios supersticiosos creyeran en los rumores.
Es así que en menos de 1 mes, para junio de 1781, Diego Cristóbal Túpac Amaru consiguió para la causa rebelde un aproximado de 10 000 efectivos, principalmente naturales del Cusco y Puno, quienes para diciembre de 1781, junto con los cataristas, e incluyendo a los simpatizante que tenía el rebelde en otras partes de Perú como (Huarochiri, Valle del Mantaro, Huamanga, Cajamarca, Arequipa, Huaylas, Tarapacá, Tacna y Arica), sumaban un total de más 100 000 hasta 150 000 personas si tomamos en cuenta las estimaciones que hace el virrey Vertiz, o un máximo de 50 000 si tomamos en cuenta la versión de los Tûpac Amaru, pero de los cuales 80 000 (40 000-50 000 tupacamaristas y 30 000 cataristas) eran milicianos para la guerra, sin incluir a los aproximadamente 30 000 simpatizantes de Túpac Amaru que había en el Virreinato de Nueva Granada, Quito, Buenos Aires y otras partes del continente.
“por ambos papeles se manifiesta bien el espíritu de rebelión que reina en los mismos indios con una ferocidad increíble, que hace admirar a los que se consideraban más impuestos de su carácter vil y abatido, y todo convence, por su aspecto y por las experiencias de esta guerra de un año cumplido, que ya no se han de sujetar sino con la fuerza”. (Virrey De Vértiz, 1781)
Es así que para el bando rebelde la muerte de su principal líder (José Gabriel Tûpac Amaru) fue un acierto y muy beneficioso, ya que gracias a esto la causa logró reunir al mayor número de indígenas y mestizos de toda su breve historia, un número de adeptos que no logró superar ningun otro caudillo en la época virreinal, ni los realistas e independentistas años después con sus levas en el Perú.
Referencias:
.- Colección documental del Bicentenario de la Revolución emancipadora de Túpac Amaru, Luis Durand Flórez (1980).
.- Documentos sobre la Rebelión de Tupac Catari, Archivo de La Paz (1991).
.- Diario de la sublevación general de los indios en el año 1780, Capitan Ledo (1781).
.- Ficha de Relación histórica de los sucesos de la rebelión de José Gabriel Tupac-Amaru, en las provincias del Perú, el año de 1780.
.- Relación y documentos de gobierno del virrey del Río de la Plata Dn. Juan José de Vértiz, José Revello (1932).
.- Documentos para la historia de la sublevación de José Gabriel de Túpac-Amaru, cacique de la provincia de Tinta, en el Perú, IEA (1836).
.- Shadows of Empire: The Indian Nobility of Cusco, 1750-1825, David T. Garrett (2005).

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