Una remontada para la historia, tanto en el partido como en la eliminatoria. El 0-2 en contra con el que empezó la seria ante el Partizan hacía pensar que estaba ya eliminado, pues nunca se había superado una desventaja así, pero el Real Madrid se levantó y ganó los dos partidos en Belgrado. Ayer, hasta 18 puntos abajo llegaron a ir los blancos en el tercer cuarto, y de nuevo parecía todo perdido. Pero los de Chus Mateo también resurgieron y de la mano de un magistral Sergio Rodríguez lograron una victoria para el recuerdo y el billete para la Final Four, donde espera el Barcelona el viernes 18 de mayo.
El partido, como toda la serie, comenzó con dominio serbio, pero el Madrid se mantuvo en todo momento pegado en el marcador gracias a Tavares y el final del primer cuarto dejó un resultado igualado (22-23). Sin embargo, en el segundo salió dominador el Partizan, que pronto comenzó a coger las primeras rentas de importancia. Punter, ausente por sanción en los dos partidos de Belgrado, comenzó a anotar y el 25-34 hizo que saltaran las alarmas en el Wizink.
Un triple de Causeur y un mate de Tavares apretaron el marcador, pero entonces llegó la peor noticia para los blancos, la tercera falta del pívot caboverdiano que mandaba al jugador más dominador del equipo blanco al banquillo para reservarle.
Y sin Tavares, el Madrid se vino abajo. Lessort se convirtió en el amo y señor de los tableros, haciendo muchísimo daño en ataque, mientras que el acierto en los lanzamientos de tres (5 de 10 al descanso) comenzó a elevar la diferencia. Primero por encima de la decena de puntos, después hasta los 16 (39-55) que marcó el electrónico al paso por vestuarios. El Real Madrid necesitaba otro milagro.
Tras el descanso, remó y remó el equipo blanco. La inspiración de Musa, unos buenos minutos de Tavares y la garra de todo el equipo lograron llevar la diferencia hasta los 10 puntos. Pero siempre había un triple de Punter, o de Exum, o de Leday para mantener la distancia.
Y entonces apareció el Chacho. Triples, canastas de todos los colores, asistencias y, sobre todo, liderazgo para que, en un abrir y cerrar de ojos, la diferencia quedara en nada: empate a 81 con seis minutos por jugarse y con el Real Madrid absolutamente desencadenado.