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Economía

La iniciativa China, de La Franja y la Ruta, también conocida como la Ruta de la Seda, 2.0

A lo largo del tiempo, este plan fue mutando y amplió su espectro de acción.© iStock

China quiere conformar una ‘Ruta Digital’ que le permita cerrar la brecha tecnológica con Occidente.

La reciente conmemoración del X aniversario de la iniciativa de La Franja y la Ruta, también conocida como la Ruta de la Seda, permite desempolvar el proverbio chino que con ancestral sabiduría señala “cuanto más larga es la cuerda, más alto volará la cometa”.

Precisamente este proyecto geoestratégico y de poder blando para la proyección internacional de China ha extendido progresivamente su alcance y número de miembros en función de un objetivo: consolidar al dragón asiático como una potencia mundial. Su cometa -roja y con cinco estrellas color dorado- tiene cada día la cuerda más larga, vuela alto, pero no está exenta de los vientos huracanados del mundo de hoy.El origen de esta iniciativa se remonta a la propuesta del presidente Xi Jinping, en septiembre de 2003 en Kazajistán, de una construcción conjunta de un cinturón económico a lo largo de la Ruta de la Seda, para el desarrollo de un mega programa de infraestructuras que conecte a China con el mundo.Años más tarde, ha logrado exitosamente la participación de más de 150 países y 32 organizaciones internacionales, 200 acuerdos de cooperación e inversiones por un billón de dólares. Se trata, en palabras de las autoridades chinas, de un “bien público de alta calidad, construido por las partes involucradas y compartido por el mundo”. Este responde a la necesidad no sólo de llenar un vacío en el financiamiento de infraestructuras a nivel global, sino también al interés en abrir nuevos mercados y trasmitir una nueva imagen internacional.

A lo largo del tiempo, este plan fue mutando y amplió su espectro de acción a partir de la construcción de obras terrestres y marítimas -en sus primeras etapas-, para luego incluir otros sectores y proyectos. Estos contemplan las áreas de energía, agricultura, medio ambiente, sanidad, digital, tecnología espacial y cultura, las cuales permiten influir diplomática, militar y políticamente. Adicionalmente, se crearon mecanismos de préstamos a través del Banco Asiático de Inversión en Infraestructura y el Fondo de la Ruta de la Seda.

Sus beneficiarios son múltiples, pero se concentran principalmente en las zonas de mayor influencia en los países de Asia Central y Sudeste Asiático, así como en puntos neurálgicos en África y América Latina por sus recursos naturales, minerales y energéticos.

Xi Jinping, presidente de China, durante la ceremonia de apertura del Foro de la Franja y la Ruta en Pekín. Bloomberg

Xi Jinping, presidente de China, durante la ceremonia de apertura del Foro de la Franja y la Ruta en Pekín. Bloomberg© Proporcionado por El Tiempo

Camino con obstáculos

El camino no ha estado exento de obstáculos. La Franja ha perdido dinamismo y entusiasmo entre sus socios, especialmente durante y después de la pandemia del covid-19. Sus primeras olas de inversiones se dieron bajo el frenesí de la iniciativa, pero con descoordinación, descentralización, criterios poco rigurosos y sin gestión del riesgo. Han faltado marcos regulatorios adecuados y principios de economía de mercado. Ello llevó al fondeo de algunos proyectos débiles desde el punto de vista técnico, financiero, social, ambiental y legal.Algunos críticos de esta iniciativa global, como Francis Fukuyama y Michael Bennon de la Universidad de Stanford, señalan en un reciente artículo en la revista Foreign Affairs que la Ruta de la Seda es más bien la “Ruta de China hacia la ruina”, tomando en consideración los altos niveles de endeudamiento en que han caído los países, los mecanismos dudosos y poco transparentes de asignación de las obras de infraestructura, así como los bajos retornos obtenidos y la oposición de comunidades locales.

De hecho, un buen ejemplo es Sri Lanka y el puerto de Hambantota, el cual tuvo que ser entregado a Pekín por 99 años en arrendamiento como mecanismo de canje de deuda.

Puntos de contención

En este marco, debe llamarse la atención sobre los siguientes puntos que exigen un análisis detallado en la actual coyuntura y determinarán los próximos caminos a tomar:1. Desaceleración de la economía de China: Su ritmo se ha desacelerado y las proyecciones indican que el crecimiento estará alrededor del 4,9 % hasta el 2025, luego decaerá al 3,6 % entre 2026-2030 y llegará a un 2,4 % en 2035. Entre los factores estructurales subyacentes se destacan, de acuerdo con Alicia García-Herrero del Centro de Pensamiento Bruegel, el envejecimiento de la población, la disminución del rendimiento de las inversiones, el rápido crecimiento de la deuda pública, las cicatrices de la pandemia y las incertidumbres de la geopolítica. Incluso, expertos alertan sobre la ‘japonización’ de la economía china, al entrar en un largo periodo de bajo desarrollo. Este hecho revela que su modelo basado en la inversión, especialmente en vivienda e infraestructura y altos ahorros, se está agotando. Actualmente la crisis inmobiliaria y quiebra de empresas como Evergrande, la principal de este sector, son la punta del iceberg y una caja de resonancia para generar temor entre los inversores. Esta es una mala noticia para la Ruta, toda vez que implica que los recursos chinos de inversión se enfocarán cada vez más hacia las necesidades internas que hacia proyectos de infraestructura en el exterior.(Siga leyendo:Presidente de Portugal anuncia adelanto de elecciones para el 10 de marzo de 2024)

2. “Trampa de la deuda”: Una de las mayores preocupaciones y críticas se concentra en los volúmenes de la deuda contraída por los países beneficiarios de esta iniciativa, así como los innumerables proyectos asumidos simultáneamente de forma no muy responsable. Esta situación está contribuyendo a la generación de crisis en la balanza de pagos. Son múltiples los casos como Montenegro, cuya deuda se incrementó del 59 % del PIB al 89 %.

Esta realidad le ha dado a China un poder especial de influencia política y, en algunos casos, de injerencia para beneficiar sus propios intereses comerciales. La situación se ha tornado aún más delicada al considerar que las negociaciones de deuda se realizan de forma bilateral y en secreto, al margen del Club de París, y en algunas ocasiones no se registran en las estadísticas oficiales. Al final del día, éste representa un serio problema para el Fondo Monetario Internacional (FMI) e instituciones financieras que tendrán que actuar como prestamistas de última instancia para el repago de las obligaciones contraidas.

3. Percepciones encontradas: Desde su nacimiento, la Ruta ha sido reconocida a nivel global como una herramienta de financiamiento que complementa la acción de instituciones financieras como el Banco Mundial (BM) y el Banco Asiático de Desarrollo (ADB). En efecto, países de Asia Central y África Subsahariana se muestran especialmente positivos frente a ésta. Sin embargo y tal como lo señalan los informes del Centro de Pensamiento Bruegel, la percepción favorable se ha venido deteriorado, particularmente en el Sudeste Asiático y América del Norte.

Aquellos países que no se han incorporado tienen, igualmente, una imagen más negativa que aquellos que se unieron de forma temprana o tardía. Y también se presentan los casos de aquellos que se han retirado recientemente, como Italia. Estas percepciones encontradas y, especialmente, las desfavorables están conduciendo a que China reconfigure y afine su estrategia de política exterior.

Nuevas iniciativas

El presidente Xi Jinping delineó en septiembre la nueva orientación estratégica de La Franja y la Ruta para los próximos años. China se enfocaría en nuevas áreas que estarían concentradas principalmente en economía verde, finanzas digitales y alta tecnología, lo cual supera el énfasis dado en un inicio a los proyectos de infraestructura. Sin embargo, los corredores logísticos seguirán siendo importantes, pero estarán acompañados de zonas de comercio electrónico, acuerdos de libre comercio, tratados de inversión, “cooperación limpia” para mejorar la transparencia y una institucionalidad permanente que brinde gobernabilidad.(También:Autoridades militares de Ecuador ingresan a cárcel escenario de masacres en Guayaquil)

En complemento, el país asiático ha desplegado una serie de iniciativas que de forma integral se configuran en una potente caja de herramientas de política internacional para la configuración de un orden mundial alternativo. Entre ellas se destacan la reciente ampliación de los BRICS con la incorporación de seis nuevos miembros, su interés en liderar la vocería del nuevo Sur Global y el contrapeso que le generaría al G7 en términos de comercio, inversión y tecnología.

Asimismo, están la Iniciativa de Desarrollo Global para la promoción de un crecimiento equilibrado y un desarrollo sostenible (Agenda 2030); la Iniciativa de Seguridad Global para el fomento -a través del multilateralismo- de una coexistencia pacífica, el diálogo, la asociación y una visión de seguridad común, integral, cooperativa y sostenible; y la Iniciativa de Civilización Global que propende por el respeto de la diversidad de las civilizaciones y los valores comunes de la humanidad.

En pocas palabras, el dragón empezará una nueva travesía que le permitirá ampliar su propia órbita de poder y esferas de influencia a nivel global entre Este y Oeste, Asia y Europa, tal como lo hizo hace 2.100 años el emperador Wu de la dinastía Han al dar origen a la Ruta de la Seda. Este concepto, como lo anota el reconocido historiador de la Universidad de Oxford, Peter Frankopan, permite entender la centralidad que tiene el control de recursos y las rutas de comercio, el rol de las innovaciones tecnológicas, los contextos y las motivaciones.

En respuesta a esta proyección de China hacia el futuro, diferentes iniciativas han sido puestas en marcha por EE. UU., la Unión Europea e India. La más reciente fue anunciada en la Cumbre del G20, en Nueva Delhi, para la conformación de un Corredor Económico India-Oriente Medio-Europa que permitiría reforzar las redes ferroviarias y marítimas en temas de transporte, energía y digitales. En 2022, el G7 y EE. UU. lanzaron una asociación para la infraestructura y la inversión global que permitirá movilizar USD$ 600 mil millones en proyectos de infraestructura global. La Unión Europea, por su parte, lanzó su Global Gateway para impulsar infraestructura inteligente, limpia y segura en los sectores digital, energético y del transporte, así como para potenciar los sistemas de salud, educación e investigación. Esta incluye 300.000 millones de euros en inversiones hasta el 2027.

Cabe anotar que en este contexto se realizó la reciente visita del presidente Petro a Pekín, en la cual se anunció en la declaración conjunta “elevar la relación bilateral al nivel de Asociación Estratégica” y la firma de 12 convenios de cooperación. Sería conveniente conocer oportunamente la decisión que tome el Gobierno Nacional frente a la invitación a incorporarse a la Ruta de la Seda.

El centro de la disputa

En el escenario de competencia estratégica entre China y EE. UU. existe un factor decisivo hacia futuro: la tecnología. Será el centro de la disputa e inclinará la balanza hacia un lado o el otro en la lucha por el liderazgo mundial.(Siga leyendo:Israel cuestiona a la prensa extranjera por documentar el ataque de Hamás)

Es por ello que Pekín ha encaminado sus esfuerzos hacia la conformación de una Ruta de la Seda Digital que le permita cerrar la brecha tecnológica con Occidente y construir su propia zona de influencia y dominio. Lo pretende hacer a través de la independencia tecnológica, centros de almacenamiento de datos, inteligencia artificial, ciberseguridad y redes de comunicaciones, lo cual transformaría y fracturaría aún más el escenario internacional. Asimismo, las tareas están encaminadas a la definición de estándares y normas internacionales. En este forcejeo participan no sólo los gobiernos sino también están presentes actores no tradicionales como el sector privado con sus connotaciones geopolíticas.

EE. UU. y China se dirigen hacia dos ecosistemas tecnológicos diferentes y sus caminos se bifurcan. Sus intereses están contrapuestos, especialmente en “tecnologías profundas” tales como los semiconductores que son considerados por los expertos como “la variable esencial”. Son el alma del nuevo mundo digital. Ello revela por qué Washington prohibió la exportación de chips y controla la transferencia de tecnología de doble uso y uso militar. Es un juego de poder basado en la contención, la exclusión y la creación de bloques afines a sus propias tecnologías, en los cuales resulta muy difícil salir una vez se ha matriculado un país en un bando. Y en esta ecuación, Taiwán y Corea del Sur juegan un rol central: producen la módica suma del 80 % de los chips a nivel global.

Hacia futuro ambas potencias -Washington y Pekín- tienen la obligación y desafío de encaminar sus relaciones, mantener un diálogo fluido a pesar de las diferencias y la competencia, y buscar la cooperación y soluciones en el marco de un multilateralismo renovado. Henry Kissinger así lo advirtió este año: “si los dos países no encuentran un nuevo espacio de comprensión estratégica, seguirán en rumbo de colisión. Cuanto más profundo es el congelamiento, mayor el riesgo de una fractura violenta”. ¿Será la Ruta de la Seda 2.0 el camino que nos conducirá inexorablemente a una Paz Fría Digital?

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