El BCE lleva tiempo luchando contra la inflación, pero no se vislumbra el final de la subida de precios en Europa, como tampoco en Estados Unidos. El economista estadounidense Paul Krugman anunció tras el aumento de la inflación de agosto que la guerra contra la inflación ha terminado y que el banco central ha salido victorioso. Peter Schiff lo ve de forma similar, la lucha contra la subida de los precios al consumo ha terminado, pero la Fed y el BCE son cualquier cosa menos vencedores.
La inflación ya ha tocado fondo y, en lugar de caer hacia el objetivo del 2%, va a volver a subir, afirma Schiff.
El banco central estadounidense también señaló el miércoles que los mercados deberían prepararse para tiempos más difíciles. Los miembros de la Fed elevaron sus previsiones sobre los tipos de interés en 2024 y 2025 en un total de 100 puntos básicos. La realidad ha acabado por alcanzar al banco central, ya que la inflación se ha mostrado aún más obstinada de lo que se creía.
Lo que está alejando el objetivo de inflación de los bancos centrales son los precios de la energía y los alimentos. Los precios del petróleo resultan ser uno de los principales motores, ya que Rusia y Arabia Saudí mantienen sus reducciones de producción.
Al mismo tiempo, las inversiones en infraestructuras petrolíferas, tan necesarias, se están posponiendo debido a los elevados tipos de interés y al incierto futuro del sector. Así pues, los combustibles fósiles seguirán siendo un factor impulsor de los precios estos próximos años, como explica Bas van Geffen, analista de Rabobank.
Además, cabe esperar nuevos problemas de suministro. Rusia prohibió ayer la exportación de gasolina y diésel para estabilizar los precios del mercado nacional. India ha prohibido la exportación de arroz no basmati, lo que ha lastrado los precios mundiales de los alimentos.
Michael Snyder escribió que el mundo se enfrenta a la mayor crisis alimentaria de la historia moderna. La inseguridad alimentaria ya afectaba a 2.400 millones de personas en 2022, y se cree que este año será mucho mayor. Más de 3.000 millones de personas utilizan el arroz como alimento básico, e India cubría el 40% de este mercado hasta la prohibición de las exportaciones.
En todo el mundo está habiendo malas cosechas debido a sequías o inundaciones. La oferta se desploma mientras aumenta la demanda, por lo que los precios inevitablemente suben. El problema es que no se trata de un fenómeno temporal, es sólo el principio de la crisis alimentaria que conlleva el cambio climático, afirma Snyder.
En todo el mundo desarrollado, los representantes de los trabajadores exigen salarios más elevados para compensar la subida de los precios al consumo. En Estados Unidos, United Auto Workers insiste en un aumento salarial de la friolera del 40% para sus miembros de aquí a 2027. En la primera ronda ya se prevé un aumento del 20%, mientras que se contempla una semana laboral más corta, de 32 horas.
El Gobierno de Estados Unidos ya se ha comprometido a apoyar a los fabricantes de automóviles. Pero esta contribución financiera del Estado alimentará la inflación tanto como la subida del precio de los coches.
La situación no es mejor en Europa, donde se intenta proteger a la industria automovilística nacional de la invasión de los vehículos eléctricos chinos, más baratos, a pesar de que ello no sólo aceleraría el paso a la movilidad eléctrica, sino que también la abarataría.
Hay innumerables ejemplos de que es absolutamente imposible esperar que la inflación alcance el objetivo fijado en el 2%. Y por eso nadie debe especular con que cabe esperar una nueva fase de tipos de interés en cero por parte de los bancos centrales y una economía en auge.
Los mercados necesitan tiempo para darse cuenta de cómo es el nuevo mundo en el que perseguirán rendimientos en el futuro. Las reglas del juego ya han cambiado y las valoraciones de los activos también lo harán.