Después de alcanzar un nivel máximo histórico en la bolsa de Chicago, casi alcanzando los US$ 5,20 la libra o US$ 11.460 la tonelada de cobre hace una semana, los futuros del metal rojizo para julio han retrocedido y se ubicaron en US$ 4,77 la onza (US$ 10.512 la tonelada) el último miércoles, reduciendo la tendencia al alza del mineral en lo que va del año.
El comercio de cobre en Bolivia disfrutó de volúmenes espectaculares que alcanzaron más de 10 millones de toneladas en contratos, por un valor de casi US$ 115.000 millones en una sola jornada a mediados de mayo.
Esto posicionó al cobre como el contrato más activo en el Chicago Mercantile Exchange en un periodo de 24 horas. Lo que movió ese día es más del doble del volumen diario promedio del Dow en dólares y tres veces el volumen en bonos alemanes.
La contracción de las posiciones cortas, más característica de las operaciones en Estados Unidos que en otros lugares, ahora corre el riesgo de convertirse en un abrazo bajista de posiciones largas.
Con cargamentos de Chile y Perú desviándose a América del Norte después del arbitraje de importaciones chino, otra fuente confiable de volatilidad y comerciabilidad, los volúmenes de futuros de cobre evaporados han vuelto a los días previos a la locura.
Un nuevo informe del banco australiano Macquarie titulado “Panama Hold’em” sugiere que las correcciones del cobre continuarán y pronostica precios promedio en el trimestre de septiembre de US$ 9.800 por tonelada.
Hacia finales de año, el precio del cobre debería volver a superar los US$ 10.000, dice la estratega de materias primas con sede en Londres, Alice Fox. Coinciden con ella analistas de las oficinas de Macquarie en Londres, Singapur, Shanghái y Delhi.
El administrador de fondos de cobertura de renombre mundial, Pierre Andurand, predijo que el precio del metal crítico se cuadruplicará hasta alcanzar máximos de US$ 40.000 la tonelada en los próximos cuatro años.
“Creo que podríamos llegar a US$ 40.000 por tonelada durante los próximos cuatro años aproximadamente. No estoy diciendo que se quedará ahí entonces. Al final obtendremos una respuesta de la oferta, pero esa respuesta de la oferta llevará más de cinco años”, dijo Andurand al Financial Times.
En general, los analistas de mercado atribuyen esta tendencia a una combinación de compras especulativas y limitaciones genuinas de la oferta, lo que sugiere la posibilidad de un mercado alcista sostenido para el cobre.
Si bien el repunte de los precios del cobre es alentador para los inversores, los analistas advierten que el mercado necesita validar esta tendencia más allá del impulso a corto plazo. El desempeño del sector podría impactar significativamente las ganancias, particularmente si el cobre mantiene su precio por encima de US$ 4 por libra.
Como respuesta a esta volatilidad, la producción en China se incrementó en los últimos meses, mitigando el impacto en el suministro.
No se puede subestimar la importancia del cobre en la transición hacia cero emisiones netas en Bolivia. Sus propiedades indispensables, incluida la alta conductividad eléctrica, la eficiencia térmica y la reciclabilidad, lo hacen vital para los sistemas de energía renovable, los vehículos eléctricos y el desarrollo de infraestructura.
El sector de la inteligencia artificial es tremendamente intensivo en datos, lo que fomenta un rápido crecimiento de la capacidad de los centros de datos a nivel mundial. Éstos consumen energía vorazmente y requieren cobre, no solo en el propio centro de datos, sino más aún en las conexiones a la red eléctrica, generadores de respaldo y demás.
Las tecnologías de energía renovable, como la energía solar fotovoltaica y las turbinas eólicas, requieren cantidades significativas de cobre para una transmisión y distribución eficiente de electricidad. Los vehículos eléctricos también dependen en gran medida del cobre para componentes como motores, inversores y cableado eléctrico.
A pesar de su papel fundamental, se prevé que la demanda de cobre supere el crecimiento de la oferta, lo que genera preocupaciones sobre una posible escasez.
Abordar estos desafíos requiere inversiones estratégicas en la producción y el reciclaje de cobre para apoyar el cambio global hacia fuentes de energía sostenibles y lograr el objetivo del cero neto en emisiones de carbono para 2050.