La milicia chií de Hezbolá e Israel han intensificado este domingo sus ataques cruzados después de una semana en la que el Ejército israelí ha golpeado y acorralado significativamente al grupo libanés al causar la muerte el pasado viernes de al menos a 17 combatientes —incluidos dos comandantes—, y tras dos oleadas de explosiones que afectaron a miles de dispositivos de comunicación inalámbricos de Hezbolá que mataron otros 30 combatientes.
Ya durante la madrugada, Hezbolá ha lanzado contra el norte de Israel unos “150 cohetes, misiles de crucero y drones“, según un comunicado castrense israelí, causando daños en algunas viviendas y fuegos en el distrito de Haifa, pero sin dejar víctimas. El Ejército israelí, por su parte, ha anunciado que sigue atacando “objetivos” de Hezbolá y que había bombardeado unos 290 en el sur de Líbano.
Esta escalada del fuego cruzado entre Israel y Hezbolá hace temer el estallido de una guerra abierta en la región, una posibilidad sobre la que ya ha advertido este domingo la ONU al considerar que Oriente Próximo “está al borde de una catástrofe inminente”. Por lo pronto, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, ha enviado un mensaje amenazador al grupo chií, en el que ha celebrado haber “infligido a Hezbolá una secuencia de golpes que no se imaginaba” y ha advertido: “Si Hezbolá no ha entendido el mensaje, os prometo que lo entenderá”.
Por su parte, un portavoz de la milicia chií ha asegurado este domingo que la guerra con Israel ha entrado ahora en una “nueva fase” y ha insistido en que mantendrán sus ataques hasta que se produzca un alto el fuego en Gaza.