A diferencia de años anteriores, este 6 de marzo no hubo celebraciones en la urbe alteña, que está de luto por el fallecimiento de siete estudiantes de la UPEA. Sputnik relata el origen y la historia de este pueblo, que gestó los cambios políticos más importantes del país.
Este 6 de marzo se cumplen 36 años de la fundación de la ciudad de El Alto. Pero a diferencia de años anteriores, no habrá multitudinarios festejos. El fallecimiento de siete universitarios de la Universidad Pública de El Alto (UPEA) cuatro días atrás enlutó a todo este pueblo, que tradicionalmente celebra durante tres jornadas de desfiles para honra de esta urbe, donde viven un millón de personas y que constituye uno de los motores económicos del país.
“El Alto de pie/ Nunca de rodillas” es el grito de guerra de esta población, que a partir de sus movilizaciones y protestas abrió el camino para que el Movimiento Al Socialismo (MAS) asumiera el Gobierno en 2006. Pero ser la vanguardia política del país tuvo un precio de sangre para quienes nacieron en esta ciudad.
Las masacres de octubre de 2003, durante la Guerra del Gas, y la más reciente de noviembre de 2019, luego del golpe de Estado contra Evo Morales (2006-2019), dejaron decenas de muertes de alteños, quienes habían salido sin temor a las calles para enfrentar las balas policiales y militares, de acuerdo con sus denuncias. Para muchos de las víctimas aún no hay justicia.
Sputnik conversó con referentes y conocedores de esta urbe, quienes describieron su carácter, su origen y sus proyecciones. Aportaron con sus reflexiones el teórico indianista-katarista Carlos Macusaya, la rapera Nina Uma y el presidente de la Coordinadora Regional de Padres y Madres de Familia de El Alto, Rudy Alberto Yampa, quien fue herido durante las protestas contra el Gobierno de facto de Jeanine Áñez (2019-2020).
Glorioso pueblo alteño
Cuando se habla de El Alto, generalmente se le pone un adjetivo antes del nombre. Es “la valiente ciudad de El Alto”, o “la valerosa”, “la gloriosa”. Tales epítetos se ganó a fuerza de resistir y luchar contra gobiernos antipopulares, como el de Gonzalo Sánchez de Lozada (1993-1997 y 2002-2003) o el de la ya mencionada Áñez. En esas ocasiones, el pueblo alteño salió a las calles en representación de toda Bolivia. Tuvo que pagar tal osadía con muertes, que en muchos casos quedan en el olvido.
Para Macusaya, “esa actitud de la población alteña proviene de haber vivido por mucho tiempo la indiferencia, la dejadez del Estado en sus distintos niveles, y de haberlo soportado callados”.
Entre las ciudades de La Paz y El Alto median 10 kilómetros. Pero la distancia sería mucho mayor si se midiera la discriminación de los citadinos paceños hacia los alteños “salvajes”, como tradicionalmente ciertos sectores calificaron a su población.
Macusaya recordó que “cuando yo era niño, decir que alguien era de El Alto en la escuela (en la ciudad de La Paz) era vergonzoso. Nadie se animaba a decir que era de El Alto”. Pero el pueblo alteño transformó estas humillaciones en orgullo por sus raíces aymaras. Ante el abandono estatal, la población se organizó para impulsar su desarrollo, que hoy la sitúan en la cima de los índices de crecimiento económico, junto con Santa Cruz de la Sierra (este).
Según Macusaya, hubo un momento en que El Alto consolidó su amor propio: “En 2003 la gente se cansó de una suma de factores y empezaron a protestar asumiéndose alteños”.
Esa ciudad marginal, construida sobre el frío y pedregoso altiplano, encontró la prosperidad mediante el esfuerzo de su propia población. “Sus iniciativas económicas y culturales han sido ‘independientes’ de las iniciativas generalmente promovidas por los gobiernos locales o nacionales. Eso también le da una cierta personalidad a la ciudad de El Alto”, dijo Macusaya.
Y agregó: “Es la ciudad no pensada. Entre 1960 y 1984 tenía la calidad de barrio de la ciudad de La Paz, era un barrio marginal. Pero desde 1984 en adelante fue creciendo de manera exponencial en número de habitantes esta ciudad no deseada”, dijo el investigador, quien nació allí.
Ventajas geográficas
El Alto tiene una ubicación estratégica, porque es el punto donde confluyen varios caminos que van a todo el país. En tiempos de la Corona española (1545-1825), era una ruta obligada para el comercio, tal como hoy ocurre. Por esta ventaja geográfica, en 1781 el líder aymara Tupak Katari instaló allí sus cuarteles con 40.000 soldados, con los cuales cercó en dos oportunidades la capital paceña. Para los españoles La Paz se convirtió en una trampa, porque está situada en una gran hollada en medio del altiplano, motivo por el cual se les dificultaba la fuga.
En esos tiempos, por la ciudad de La Paz “circulaba la gente que iba al Cuzco (en Perú) o al sur, a Chuquisaca o Potosí”. Por ello, la zona que luego se llamaría El Alto era un lugar inmejorable para acciones militares, según Macusaya.
Desde esos tiempos, hasta ahora, “El Alto fue víctima del racismo asentado en la sociedad boliviana. Los alteños fueron identificados como los enemigos, por lo tanto sus muertes eran justificables. Eran los ‘salvajes’, gente irracional que podía hacer lo que se le diera la gana. Esa idea circulaba”.
En la masacre de 2003 fueron asesinadas 67 personas. En la masacre de Senkata, otras 10 personas. “No se ha hecho justicia a los muertos”, sostuvo Macuyasa.
Consideró importante que desde Gobierno nacional se instrumentalicen acciones para erradicar el racismo incrustado en parte de la ciudadanía boliviana: “Se debe trabajar sobre ese tipo de ideas que prevalecen sobre la población alteña y la población indígena en diferentes regiones del país, porque el racismo todavía sigue muy fuerte”.
El valor de las organizaciones
Según Nina Uma, la capacidad organizativa de la población alteña fue determinante para desarrollarse política, económica y culturalmente. Para ella, es “una de las ciudades más politizadas no solo de Bolivia, incluso a nivel regional. Esto ha nacido en 2003”, aseguró.
La rapera Nina Um
© Foto : Inti Amaru
En este lapso, las y los alteños “han llevado también un proceso interno muy interesante, de reconocer las capacidades que se pueden tener desde lo organizativo, el impacto que se puede tener a partir de la articulación entre organizaciones”, contó.
Cuando el pueblo alteño sale a las calles, “no tiene demandas regionales, que sean solamente para la ciudad. Se tiene una mirada colectiva de lo que pasa. Ahí se puede sentir la presencia de la cosmovisión indígena, porque El Alto ha crecido por la migración rural”, dijo Uma.
Para la rapera, la experiencia del pueblo alteño puede aportar positivamente a la humanidad. “Los elementos culturales que trae la ciudad de El Alto pueden ayudarnos para salir de la crisis civilizatoria que ahora se vive globalmente, lo cual se refleja en la crisis climática, por ejemplo”, comentó.
“Tenemos un horizonte civilizatorio con lógicas de consumo, lógicas extractivistas, que se ha implantado en el mundo por el Imperio, el sistema capitalista. Necesitamos construir otros horizontes civilizatorios”, expresó.
En este sentido, “la ciudad de El Alto es un espacio donde podemos generar movilizaciones como las que hemos tenido en medio de un golpe de Estado. La gente salió a la calle dispuesta a arriesgar todo, o lo poco que tiene, por un bien colectivo. Eso es importante”, sostuvo.
“Solitos sabemos que nos vamos a poder avanzar. Tenemos que apoyarnos en el resto, necesitamos retejer, organizarnos con otras personas, otros colectivos, para restablecer esos equilibrios que nos quita el capitalismo”, consideró Uma.
Luto por las y los estudiantes
Rudy Alberto Yampa describió a su ciudad como “revolucionaria, luchadora, punta de lanza de las reivindicaciones en Bolivia. Pero ahora estamos con luto y tristeza”. Aclaró que este año no habrá celebración, “sino un homenaje a todos los hermanos caídos en las acciones que el pueblo de El Alto tomó parte”. Mencionó larecuperación de la democracia (18 de octubre de 2020), la defensa de los hidrocarburos (2003), “el cuidado de nuestra Tierra y Territorio, nuestros recursos naturales. Y, sobre todo, la redistribución de la riqueza entre los más pobres”.
Alberto se lamentó, porque “hemos tenido lamentablemente el fallecimiento de siete denuestros hermanos universitarios, de nuestra valorada Universidad Pública de El Alto (UPEA), que siempre ha estado en defensa del pueblo alteño”.
Y repuso: “Estos golpes que da el destino al pueblo alteño hacen que se fortalezca cada día más, para que estos hechos nunca más sucedan”.
Alberto destacó que en la ciudad se suspendieron todas las celebraciones por su onomástico, que generalmente implica tres días de desfiles, con la participación de 700.000 personas. En este 2021, se limitarán a algunas actividades virtuales de homenaje al municipio.
Para el presidente de la Coordinadora de Padres y Madres de Familia, las y los alteños “siempre estamos luchando por causas justas. Buena parte de la población de El Alto viene de las provincias, las regiones que han sido más oprimidas por la Colonia”.
Según Alberto, “ese descontento pasó desde nuestros bisabuelos y abuelos. Han llevado de generación en generación el mensaje de luchar siempre por nuestros derechos”. Para él, en las comunidades rurales está la esencia del modo de ser alteño.
Destacó que parte de la población de este municipio proviene “de los ayllus (comunidades) guerreros del norte de Pacajes, donde la hacienda jamás se pudo implantar. La lucha de estos ayllus originarios se ha incrustado en la ideología del pueblo alteño”.
Y agregó: “Otro actor relevante para la formación ideológica alteña proviene de los sectores mineros”, cuyos trabajadores viven en varios barrios de la ciudad. También tiene componentes de la escuela de Warisata, donde se educaba a niñas y niños aymaras de acuerdo a los valores de su pueblo.
“Es una formación que viene de sectores que estuvieron siempre en rebeldía y en defensa de la justicia”, sintetizó.