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Los ataques ucranios en Crimea despiertan la preocupación en Rusia

Moscú responsabiliza a un grupo de saboteadores de la destrucción de un depósito de armamento, el segundo incidente en una instalación militar rusa en una semana en la península ocupada

Columnas de humo tras las explosiones en el depósito de armamento ruso, este martes cerca Maiskoye.Foto: STRINGER (REUTERS) | Vídeo: REUTERS | EFE

Los fantasmas de la guerra despiertan en Crimea. La destrucción este martes de otro enclave militar estratégico ruso —un depósito de armamento— en la península del mar Negro, anexionada por el Kremlin en 2014, ha desatado la preocupación de los rusos, que ven que nada es intocable en la retaguardia pese a encontrarse a más de un centenar de kilómetros del frente del sur de Ucrania. “Es una situación de emergencia”, ha reconocido Serguéi Aksiónov, el jefe impuesto hace ocho años por Moscú en la región. Ucrania no solo ha golpeado así a un arsenal del enemigo en la península ocupada y ha dañado el transporte ferroviario, clave para las fuerzas rusas de ocupación en la provincia ocupada de Jersón, sino que también lleva la guerra a los ojos de los turistas rusos en Crimea. Estos habían vivido casi medio año ajenos a los combates que libraba su país, a más de un centenar de kilómetros del frente, y ahora abandonan la región en autobuses porque sus rutas ferroviarias han quedado cortadas.

La versión oficial del Ministerio de Defensa ruso es que el depósito militar del distrito de Dzhankoi, en el norte de Crimea, ha sido destruido este martes por un grupo ucranio de saboteadores. En el ataque han sido dañadas también vías de ferrocarril y una planta eléctrica. Kiev no ha confirmado ni negado su autoría, aunque una fuente ucrania del diario estadounidense The New York Times ha afirmado que habría sido la acción de una unidad de élite del país ocupado infiltrada tras las líneas rusas.

Una vez abierta la veda de los ataques ucranios, la tensión en Crimea es constante. Según el diario ruso Kommersant, varios testigos han visto alzarse una columna de humo sobre otro aeródromo militar y las autoridades investigan si el suceso, ocurrido cerca de la población de Gvardéiskoye, pudo tratarse de un ataque.

La supuesta amenaza al nacionalismo ruso en un lugar emblemático como Crimea fue precisamente uno de los pretextos de Putin para justificar su ofensiva contra Ucrania en febrero. Esta ubicación había vivido ajena a la guerra hasta el pasado 9 de agosto, cuando la base aérea de Saki fue destruida con la pérdida de varios aviones de combate Su-24 y Su-30, además de sus depósitos de municiones. El Ministerio de Defensa ruso afirmó entonces que las explosiones se debieron a un accidente, mientras que una fuente del Gobierno de Volodímir Zelenski aseguró a EL PAÍS que fue el resultado de una operación especial.

Aquel día se hizo viral un vídeo de los atascos masivos provocados tras las explosiones. “No me quiero ir de Crimea para nada. ¡Qué bien se está aquí! ¡Estaba como en casa!”, sollozaba una mujer rusa dentro del vehículo en el que huía de la península. Este martes, más de 3.000 habitantes de los asentamientos de Maiskoye y Azovskoye han sido evacuados, mientras que el transporte ferroviario se ha visto interrumpido. “Los pasajeros de tren que debían ir a Simferópol (la capital de Crimea, en el centro) serán llevados en autobuses a Vladislavovka (en la zona oriental que conecta con Rusia por el puente en el estrecho de Kerch)”, ha anunciado el gobernador de Crimea, quien antes de la irrupción de las tropas rusas en 2014 apenas contaba con un 4% de los votos en las últimas elecciones al Parlamento de la provincia ucrania.

Según la Asociación de Operadores de Turismo de Rusia, las explosiones de este martes podrían provocar una reducción de hasta un 10% de las reservas de clientes en alojamientos de la península. “No hay pánico entre los turistas”, ha asegurado pese a ello la asociación, aunque sus empresarios “no excluyen que los turistas que planeaban ir a Crimea, incluidos los que viajan en coche (más del 90%), ajusten sus planes. Es probable que haya quienes elijan otro lugar más pacífico”, ha admitido la organización en un comunicado. El tráfico aéreo está suspendido en Crimea desde el pasado 24 de febrero, día del inicio de la invasión.

En cualquier caso, Kiev ha encontrado en los ataques en Crimea una forma de agitar a la opinión pública rusa, y el asesor del presidente ucranio, Mijailo Podoliak, ha echado más sal en la herida este martes en su perfil de Twitter: “La Crimea de un país normal es el mar Negro, montañas, descanso y turismo. Ocupada por los rusos son explosiones en almacenes y un alto riesgo de muerte para invasores y ladrones”.

La supuesta amenaza de saboteadores sobrevuela más allá de Crimea. Esta misma jornada el Servicio Federal de Seguridad de Rusia (FSB) ha denunciado que otros grupos de sabotaje ucranios habrían atacado las líneas eléctricas de una central nuclear de Kursk, región rusa situada al norte de Ucrania. “Estas acciones llevaron a la violación de los procedimientos tecnológicos que rigen el funcionamiento de la central nuclear”, subraya el comunicado difundido por el organismo ruso justamente cuando Kiev y Moscú se acusan mutuamente de poner en riesgo otra planta nuclear, la de la región ucrania de Zaporiyia, y de usarla como instrumento de presión ante el avance de las fuerzas ucranias en el sur del país.

Además de los saboteadores, la amenaza ucrania también tiene forma de misil de medio alcance. El ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, advirtió en junio de que la llegada de los sistemas estadounidenses Himars podría empujar a Rusia a llevar sus fuerzas aún más adentro de Ucrania. Dos meses después, y con varias instalaciones rusas destruidas por estos misiles, el ministro de Defensa, Serguéi Shoigú, ha minusvalorado su importancia. “La operación militar especial ha disipado el mito de las superarmas que Occidente suministra a Ucrania y supuestamente son capaces de cambiar radicalmente la situación en el frente”, ha dicho Shoigú en una conferencia sobre seguridad celebrada en Moscú. “Antes hablaban de los sistemas antitanques Javelin y algunos drones especiales; y últimamente presentan los lanzamisiles múltiples Himars y los obuses de largo alcance como superarmas. Sin embargo, estos también son abatidos en combate y no tienen ninguna influencia significativa”, ha agregado.

El ministro de Defensa ruso también ha afirmado que su país libra una “guerra híbrida” con la OTAN en Ucrania. Shoigú ha lamentado que Kiev no solo cuenta con el dinero, las armas y la información que presta Occidente, sino que también sus fuerzas están siendo dirigidas por especialistas extranjeros. “Las operaciones de las Fuerzas Armadas de Ucrania son planificadas en Washington y Londres”, ha denunciado.

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