Bueno, puedes tener una idea con esta nueva y gloriosa imagen captada por el Telescopio Espacial James Webb (JWST, por sus siglas en inglés).
Hacia el centro de este objeto, llamado HH212, está naciendo una estrella que probablemente no tenga más de 50.000 años. La escena habría sido muy parecida cuando nuestro Sol tenía una edad similar.
En realidad, no se puede ver el brillo de la protoestrella porque está oculta dentro de un denso disco giratorio de gas y polvo. Todo lo que ves son los chorros de color rosado rojizo que dispara en direcciones polares opuestas. El HH212 está situado en Orión, cerca de las tres estrellas brillantes que forman el “cinturón” del mítico cazador que da nombre a la constelación.
La distancia de la Tierra es de unos 1.300 años luz.
La física sugiere que esas potentes emisiones de gas son el medio con el cual la estrella naciente regula su nacimiento. A medida que la bola de masa de gas en el centro se contrae, gira. Pero si gira demasiado rápido, se separará, por lo que algo tiene que deshacerse del momento angular”, explicó el profesor Mark McCaughrean, asesor científico de la Agencia Espacial Europea (ESA).
Creemos que son chorros y emisiones. Creemos que a medida que todo el material se contrae, los campos magnéticos se juntan y luego parte del material que ingresa a través del disco queda capturado en campos magnéticos y es expulsado a través de los polos. Es por eso que llamamos a estas estructuras bipolares”, le dijo el científico a la BBC.
El color rosado rojizo denota la presencia de hidrógeno molecular. Son dos átomos de hidrógeno unidos (igual que el “HH” en el nombre de la protoestrella).
Las ondas de choque se mueven a través de las emisiones, energizándolas y haciéndolas brillar intensamente en esta imagen del Webb, que fue captada predominantemente en la longitud de onda infrarroja de 2,12 micrones (esa es la segunda parte del nombre de la protoestrella).