El nevado Yanamarey, situado en la zona sur de la Cordillera Blanca, en la región Áncash, está condenado a desaparecer. En 10 años, este glaciar se quedará sin hielo debido a la alta temperatura del planeta.
El glaciar Yanamarey se ubica a 4.856 m.s.n.m., en el distrito Ticapampa, provincia de Recuay. Los estudios realizados por la Unidad de Glaciología de la Autoridad Nacional del Agua (ANA), con sede en Huaraz, señalan que desde 1948 al 2016 la pérdida de superficie de hielo ha sido de 0.29 kilómetros cuadrados. Debido al cambio climático se ha derretido el 78.5% de su área.
Alejo Cochachi Rapre, responsable de la Unidad de Glaciología y Recursos Hídricos de la ANA, indica que en 1972 el nevado tenía 1.35 kilómetros cuadrados de superficie y actualmente cuenta con 0.29 kilómetros cuadrados. Añade que desde 1948 hasta 1976, la velocidad de retroceso era de 4.76 kilómetros cuadrados por año. Sin embargo, desde 1976 al 2016 la velocidad se ha incrementado en 19 kilómetros cuadrados por año.
“El retroceso es irreversible, no se puede retener el derretimiento del glaciar, no hay forma de que este efecto disminuya, el nevado Yanamarey está condenado a desaparecer”, lamenta.
El investigador Cochachi explica que en 42 años el aumento de la temperatura ha generado la rápida extinción del nevado Yanamarey. “Los glaciares sufren más cuando ocurre el evento del Fenómeno El Niño, durante este periodo las radiaciones se intensifican en el sitio de los glaciares y van perdiendo masa de hielo en su superficie terrestre”, refiere.
-Su desaparición-
La disminución del flujo del agua, la aparición de una laguna, la alteración de la calidad del agua y la erosión de la superficie glaciar son las repercusiones del proceso de extinción del nevado Yanamarey, menciona Cochachi Rapre.
La principal preocupación es que en un futuro cercano el agua se agotará y las comunidades campesinas de Recuay que se dedican a la siembra de alimentos agrícolas de subsistencia y a la actividad ganadera, sufran las consecuencias.
“Los pobladores que viven cerca a los glaciares piensan que los nevados nunca van a desaparecer. A pesar de que se está retrayendo la superficie glaciar no quieren darse cuenta que el nevado Yanamarey se quedará sin agua y siguen desperdiciando el recurso”, revela.
El ingeniero Cochachi refiere que los nevados funcionan como reservas de agua en temporadas de sequía. En el caso del Yanamarey estas reservas ya se están acabando. Con el pasar de los años, el agua que discurra por la zona podrá considerarse como no apta para el consumo por sus altas concentraciones de ácidos y metales pesados.
Aunque el daño es irreversible, la ANA ha iniciado tareas de sensibilización a los usuarios y comunidades que viven cerca de los glaciares para el adecuado manejo del recurso hídrico. Por ejemplo, ha exhortado a los campesinos a dejar de quemar pasto, ya que las cenizas van directamente a las superficies glaciares. Además, piden a los visitantes de las montañas no arrojar sus desperdicios.
Otra iniciativa es la siembra y cosecha del agua, que consiste en la construcción de pequeños reservorios para almacenar agua de las lluvias, con el propósito de utilizarlos en épocas secas.
De extinguirse el Yanamarey, se convertiría en el segundo nevado de la Cordillera Blanca en desaparecer en el siglo XXI, el primero fue el Broggi, ubicado en la cuenca alta de la laguna LLanganuco, el cual perdió toda su masa glaciar en el 2005.
-La muerte lenta de los nevados-
El glaciólogo César Portocarrero Rodríguez, al igual que otros científicos, estima que todos los nevados desaparecerán dentro de 30 años debido a los efectos del calentamiento global y el cambio climático.
“Es una muerte lenta, poquito a poquito todos los nevados van a desaparecer a la vuelta de 30 años, solo en las cumbres quedarán glaciares, pues la temperatura en las cumbres fluctúa entre 0.8 a 1 grado centígrados. El cambio climático es una causa del calentamiento global y depende mucho de la temperatura y la humedad que hay en el medioambiente. Como la temperatura está siendo modificada o aumentada, es por eso que se están realizando el cambio de los patrones de lluvias y eso afecta a los glaciares”, explica el especialista.
Portocarrero, ex director de Glaciología y Recursos Hídricos del Instituto Nacional de Investigación en Glaciares y Ecosistemas de Montaña, manifiesta que el Gobierno se debe preocupar en la gestión del agua, ya que las próximas generaciones podrán sufrir con la escasez de este recurso. “La agricultura consume el 89% del volumen de agua disponible en el país y el 60% se desperdicia. Si no hay agua de qué van a vivir las generaciones venideras, por eso se debe conocer cuánta agua debemos guardar y cómo hacer un buen uso de este elemento. Hay otros nevados en el país que ya desaparecieron y la gente está abandonando la agricultura y al abandonar ese sector faltan alimentos, ese es el gran peligro del futuro”, recalca.
Según el Inventario Nacional de Glaciares y Lagunas de la Autoridad Nacional del Agua, la Cordillera Blanca (Áncash) tiene 755 glaciares con una extensión de 527,62 kilómetros cuadrados. Desde 1970 hasta el 2014, ha perdido 195.75 kilómetros cuadrados, es decir un 27% de superficie de hielo.
En tanto, en los últimos 21 años, el nevado Pastoruri ha perdido el 60.5 % de su superficie glaciar. En 1995, tenía 1.796 kilómetros cuadrados y en el 2016 le quedaba 0.709 kilómetros cuadrados.
El ingeniero César Portocarrero señala que, de extinguirse la Cordillera Blanca, uno de los más perjudicados sería el proyecto Chavimochic de La Libertad, puesto que la gran cantidad de agua que utiliza proviene del río Santa, situado en Áncash.
“Si se extingue la Cordillera Blanca, Chavimochic podría desaparecer, ya que el río Santa es el principal aportante a los canales de este proyecto, por eso es que los trujillanos han empezado a construir un reservorio para guardar 400 millones de metros cúbicos, de tal manera que cuando el río Santa no lleve agua puedan regar sus cultivos, y lo mismo tiene que hacer Chinecas”, subraya.