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Medio Ambiente

Qué está pasando en Latinoamérica con el tapir?

En América Latina habitan tres de las cuatro especies de tapir que existen en el planeta: el de montaña o andino (Tapirus pinchaque), el de tierras bajas o amazónico (Tapirus terrestris) y el centroamericano (Tapirus bairdii). Según diversas investigaciones científicas, los fósiles más antiguos del género Tapirus datan de hace 30 millones de años. Son los mamíferos terrestres vivos más grandes de América Central y América del Sur, con un peso que puede alcanzar los 300 kilos. Sus dimensiones no lo han salvado de estar en grave riesgo de extinción. El tapir de montaña y el tapir centroamericano están categorizados En Peligro, mientras el tapir de tierras bajas figura en situación Vulnerable, de acuerdo con la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).

Los tapires son considerados los arquitectos o jardineros del bosque, debido a su capacidad de dispersar gran cantidad de semillas de las plantas y frutas de las que se alimentan, permitiendo así que árboles y plantas crezcan en diferentes lugares. Así que su ausencia en los ecosistemas forestales tiene toda una serie de efectos negativos.
Veamos cuál es la situación de las tres especies que se encuentran en América Latina, específicamente en Perú, y qué se está haciendo para proteger a los arquitectos del bosque.
La principal amenaza de esta especie emblemática es la reducción y transformación de su hábitat. “La deforestación en Centroamérica está dejando sólo algunos relictos de bosque, la mayoría en la zona del Caribe. Mientras que en los Andes, especialmente en las zonas más altas, aún hay áreas muy conservadas, pero también es una zona de alto desarrollo urbano. Dos de las capitales de nuestros países Andinos están ubicadas en zonas donde potencialmente podría estar la especie”, comenta José Fernando González, director científico de la Fundación Proyecto de Conservación de Aguas y Tierras (ProCAT), en Colombia.
González también menciona la transformación que está sufriendo la Amazonía, a partir de los intensos procesos de deforestación. Otras amenazas mencionadas por el director científico de ProCAT es la cacería, porque al ser una especie grande, “provee una cantidad de carne considerable”; así como el riesgo de ser atropellados. Para el tapir centroamericano y el amazónico, el atropellamiento es una amenaza muy fuerte.
Marina Rivero, integrante de Bioconciencia, organización dedicada a la bioconservación, la educación y la ciencia, menciona que otra de las amenazas es la infraestructura, como por ejemplo, la construcción del llamado  Tren Maya en México o la construcción de carreteras, así como la implementación de nuevos sitios de zonas ganaderas que están transformando el hábitat del tapir.
Rivero también señala que la tasa de reproducción del tapir es lenta, lo que pone en riesgo su supervivencia. “Es una especie que tiene una gestación de 13 a 14 meses, más de un año,  además, la cría se queda más o menos un par de años con la mamá. Entonces, para que esa hembra tenga una nueva cría tienen que pasar aproximadamente de 3 a 4 años. Eso limita el crecimiento poblacional de estos animales”.
Se les llama fósil viviente —agrega Rivero— porque siguen teniendo la misma morfología desde que aparecieron hace 30 millones de años, pero cada vez se está reduciendo más la población de estas especies.
Lizardo Cruz, Coordinador de Paisajes Prioritarios de Jaguar del Fondo Mundial para la Naturaleza WWF-México, menciona que el depredador natural del tapir es el jaguar; pero también existen conflictos con los perros. “Son perros domésticos que muchas veces, por la falta de cuidado, se vuelven parcialmente silvestres y crean problemas porque se van al monte y atacan animales, se les ha visto como depredadores importantes desde venados hasta tapires”
El tapir de montaña habita en los Andes de Ecuador, Colombia, y el norte de Perú en un área de aproximadamente 3 140 000 hectáreas. Un territorio que se ha reducido con el paso del tiempo por la fragmentación de sus bosques debido, principalmente, a los cambios en el uso de la tierra impulsados por la agricultura, la ganadería, el pastoreo y la construcción de carreteras.
Según la UICN su población no supera los 2 500 individuos adultos, por lo que está categorizada En Peligro, sin embargo, en Perú enfrenta una situación de mayor amenaza por lo está categorizado como en Peligro Crítico de extinción.
El estudio Distribución y estado de conservación de la danta de montaña (Tapirus pinchaque) en Perú, publicado en el año 2022, da cuenta de cuál es la situación de esta especie en los Andes peruanos. “Son casi 183 000 hectáreas de bosques distribuidos en dos bloques donde habita el tapir andino. El más amplio es el bloque norte que llega desde Ecuador hasta antes del río Huancabamba y el bloque sur que abarca desde la comunidad de Cañaris, en la sierra de Lambayeque, hasta el Bosque de Protección Pagaibamba, en Chota, Cajamarca”, explica Alex More, director de Conservación de la Sociedad de Conservación del Oso de Anteojos (SBC) Perú y autor principal del estudio.
Según se indica en el estudio, de las 182 918 hectáreas que corresponde al hábitat del tapir, aproximadamente el 60 % se encuentra dentro de las áreas protegidas. “Todavía existen brechas de protección, especialmente en el sur de su área de distribución. Las concesiones mineras cubren el 27 % de su rango actual”, indica el estudio.
El bloque más grande corresponde al norte —explica More— con aproximadamente 150 000 hectáreas. En ese sector se ubica el Santuario Nacional Tabaconas-Namballe, área natural protegida creada para proteger al tapir. Sin embargo, en el bloque sur —agrega More— la superficie protegida no llega al 2 %.
Para el estudio se utilizaron cámaras trampa, así como encuentros directos, además se recurrió a las imágenes satelitales y la información geoespacial para superponer las áreas protegidas, las concesiones mineras y la deforestación sobre el hábitat del tapir.
More también señala que la mayor conservación de los bosques en el bloque norte se debe al establecimiento de varias áreas protegidas y otras figuras de conservación regional, principalmente áreas de conservación privadas que se lograron establecer en coordinación con comunidades campesinas.
La creación de un grupo técnico de especialistas para la conservación del tapir de montaña y el oso de anteojos en los Andes norte de Perú es un reciente esfuerzo para proteger esta especie, cuenta More. Se trata de un equipo formado por investigadores e instituciones que participaron en el estudio de la distribución y estado de conservación del tapir.

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