Nombres van, nombres vienen. El gabinete ministerial recién juramentado no es realmente nada más que una cuestión procedimental a estas alturas. Un paso que tocaba pero que no nos dice nada. No sólo por lo despintado del gabinete, o el juramento contra la corrupción de un premier con trece investigaciones fiscales abiertas. Repito: TRECE. Sino porque el Gobierno actual está hipotecado al Congreso golpista al margen de este o cualquier gabinete ministerial. No necesita nombres, ni le bastan. Necesita legitimidad popular. No la tiene. Y esa es la evidencia de la Gobernabilidad quebrada. Mientras unos juramentan, otros se movilizan. Los pasos procedimentales no son ahora mismo otra cosa que el piloto automático que perpetúa lo mismo: crisis y más crisis en la ruta. La gobernabilidad se garantiza hoy más que ayer con el afuera. Ese afuera que grita cierre del congreso y también elecciones generales. Ningún fajín puede ocultar ese grito.