El análisis del poder mediático no es un ejercicio gratuito ni mucho menos la concreción de un interés académico abstracto. El análisis que en este espacio hago del poder mediático es, a mi juicio, un compromiso democrático. No se puede hablar de democracia sin la democratización del poder y, por tanto, sin la necesaria democratización del poder mediático que delinea la realidad a su antojo y marca la hegemonía de los relatos cotidianos en el país.
Hoy es un día tan difícil como histórico. Este 19 de enero será recordado como un hito de la construcción heroica de un país que exige más que el voto: DEMOCRACIA REAL. ¿No debería ser una buena señal que el pulso democrático peruano sea hoy un sentido común? ¿No deberíamos aplaudir que en nuestro país el ansia por defender no sólo el voto, sino sobre todo la participación en igualdad de condiciones sea la bandera de una revolución social sin precedentes? Claro que es una buena noticia, pero no para el poder que reprime con balas esa pulsión democratizadora.
Este hito de hoy, sin embargo, no se explica sin la lucha sostenida de los pueblos. Sostenida en particular desde el 8 de diciembre contra la dictadura de los poderes. Pero no empezó tampoco ahí. Durante todo el gobierno de Pedro Castillo esa lucha fue también sostenida. Les dijeron que “no los entendían”, les preguntaron “¿por qué no te movilizas conmigo contra Castillo?” y hoy les responden contundentemente: porque tú no nos marcas la agenda. Esa lucha sostenida fue también por democracia. Exigía el respeto de su voto en 2021 y recibieron comisiones que investigaban el fraude, tres intentos de vacancia, a un poder mediático entregado a solicitar un adelanto de elecciones, por mencionar solo tres hechos de muchos tantos que apuntaron a lo mismo: revertir los votos de quienes hoy lideran la revolución social.
Pero este hito tiene también otros pasados sostenidos. La lucha es de largo aliento. Tal vez tenían otra forma y otros nombres. La exigencia era por determinadas plataformas concretas desde la revocatoria de una ley hasta la protección de un territorio frente a una trasnacional, pero la impugnación estaba siempre ahí, cociéndose. Hoy, tenemos un nuevo sujeto político poderoso. Un sujeto político plebeyo. La marcha es totalmente política. No es por una demanda específica, sino por una demanda de fondo y estructural en un momento de crisis sistémica.
La coherencia es total. Democracia, pero real. No quieren el derecho a que su voto se respete, eso se acabó el 2021 porque los poderes lo propiciaron. Quieren participar de verdad en la democracia. Piden ensancharla. Piden estar dentro y ser protagonistas de esa democracia. ¿Hay una demanda más esperanzadora para cualquier demócrata que ver que es la democracia la pulsión movilizadora histórica en nuestro país?
Frente a la democracia real exigida hay reacciones y por eso analizar al poder mediático hoy no es sólo un ejercicio individual, sino necesario. No es un hobby, es un deber. Y por ello me he detenido en las portadas de hoy. He de decir, que los titulares televisivos van en la misma línea. Les dejo el análisis pero aquí la lamentable conclusión:
Una palabra central: VIOLENCIA
El mensaje: Llega la violencia a Lima
El efecto: Meter miedo al lector por el caos posible
La intención de fondo: JUSTIFICAR todas las acciones para evitar esa violencia. Legitimar así toda acción policial que pudiera darse hoy.
Mire usted y juzgue por sí mismo el rol antidemocrático del poder mediático peruano en la misma fecha en que la mayoría movilizada defiende con todo lo que tiene -sus cuerpos sobre todo- la democracia que este poder mediático ha decidido obstaculizar a toda costa.
