El domingo pudimos ver una evidencia notoria de la debilidad de la dictadura. La entrevista en El Comercio a Dina Boluarte tenía un titular elocuente: “Yo puedo ser la jefa suprema de las FFAA, pero no tengo comando”. La estrategia era cristalina: limpiarse las manos de la responsabilidad política que tiene ella y su gobierno (Otárola incluido) de las masacres que organizó durante estos cinco meses. Pero, como comenté también en el análisis de esa entrevista titulado “Grietas en el Palacio”, la estrategia resultaba profundamente errada. Todo gobierno ilegítimo se sostiene en el ejercicio de la fuerza. Boluarte no existe sin el apoyo de las FFAA y la PNP. Echarles la culpa supone su caída. No existe un “ellos o nosotros” posible para la dictadora. Sólo existe un “caemos o vivimos todos juntos”. Ayer, las FFAA y la PNP se lo han hecho saber.
Tras la crisis desatada por sus propias declaraciones, la reacción no se hizo esperar. Las FFAA y la PNP saben muy bien que la dictadora no se sostiene sin ellos y se lo han hecho saber en la reunión que sostuvieron ayer y que conocimos por el portal de transparencia de Palacio. Los trascendidos de la reunión podemos no saberlos, pero ¿es difícil intuirlos? Les dejo aquí la evidencia de lo pactado en forma de portada del diario oficial del Estado. Vea usted las diferencias entre el titular de la entrevista a Bolaurte en El Comercio y el titular de la portada de El Peruano hoy: “Presidenta Boluarte ratifica pleno respaldo a las FFAA y la PNP”. ¿De qué hablaron entonces? Nos queda clarísimo. Las fuerzas del (des)orden le han dicho clarito que se ubique. Que lo que hay no es una presidenta, sino una dictadora que no tiene plenos poderes porque COGOBIERNA con diversos poderes, uno de los cuales es imprescindible: ellos. El que ostenta el monopolio de la fuerza. Las armas, los uniformes y la represión. Ella quiso lavarse las manos y, al hacerlo, sólo se hizo un “jaque” a sí misma. Jaque a la reina por la misma reina.
Puede que la torpeza en la estrategia de Boluarte sólo releve la mediocridad absoluta de ella y los suyos. Hay quien cree que en realidad se siente fuerte y sabe que no la pueden destituir porque la necesitan. Me inclino a pensar que quien cree que Boluarte, Otárola y compañía son buenos estrategas se equivoca. Antes que una táctica pensada, veo desesperación que condujo a más errores. Y esto, lo que muestra, es que la desesperación por la presión es cada vez más alta. Que cuando hay desesperación, asesinatos y evidencias hay poco espacio para los análisis con sentido.
Y por ello lo que ha hecho el gobierno (Boluarte y Otárola) en los últimos días es profundamente revelador del nivel de fractura que hay ahora mismo dentro de la coalición que gobierna. La reunión de ayer y la portada altisonante de hoy buscan calmar aguas, pero sabemos bien que las aguas cuando están muy movidas tardan en calmarse. Y lo que es evidente para todos y todas las peruanas hoy es que la dictadura está en un momento tenso a la interna. Las grietas en Palacio se agudizan. La intención de cada quien por salvarse a sí mismo de la sangre que han ocasionado han elevado el nivel de desencuentro en la coalición que cogobierna el país y esa, para nosotros y nosotras las demócratas, es una EXCELENTE NOTICIA. Se quiebran, avanzamos. Se pelean, vencemos.
Los movimientos de las últimas horas no son menores, pero tampoco serán los únicos. Toca estar atento a sus propios intentos por recomponerse para salvarse. Saben bien que no existen el uno sin el otro y que las grietas que se abren son los espacios por donde se puede colar la democracia expresada en la pulsión movilizada popular que no se detiene y se preparar para más manifestaciones.
En enero, describí a esta dictadura cogobernada con una metáfora. La del animal mitológico: LA HIDRA. Y hoy vuelve a servirnos para entender no sólo su carácter sino también su debilidad. No existe la hidra sin sus cabezas. Donde cortas una, salen otras dos. Es un mismo ser donde sus múltiples cabezas articuladas y defendiéndose del “otro” son lo que le permiten sobrevivir y la hacen fuerte. Pero si cortas lo que las une, si las cabezas dejan de trabajar medianamente coordinadas y empiezan a morderse entre sí, la hidra deja de ser poderosa. La hidra deja simplemente de ser.
Ellos querrán sobrevivir, pero está claro que en las últimas horas se han roto puentes que pueden tardar en reconstruirse. Y por esos puentes, camina la esperanza.