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Opinión

 Ollas Comunes exigen un Presupuesto Justo y Reconocimiento su papel fundamental en la sociedad peruana

Las ollas comunes, lideradas por figuras como Fortunata Palomino, presidenta de la @red.ollas comunes de Lima, han sido un pilar esencial para la alimentación de miles de familias en situación de vulnerabilidad.

Sin embargo, su labor enfrenta un grave desafío: la falta de presupuesto para garantizar una alimentación segura y suficiente para quienes más lo necesitan. La urgencia de su pedido resuena en la demanda hacia el gobierno Midis,   al ministerio de Agricultura,  para que vea la realidad de los mercados y comprenda el día a día de las personas de a pie.

Argumentos Lógicos:

La situación actual plantea un conjunto de problemas que son innegables y tangibles:

  1. Aumento en el costo de vida: Los precios de los alimentos han subido considerablemente, afectando la capacidad de las familias más vulnerables para acceder a productos básicos. Las ollas comunes han sido una respuesta solidaria ante esta crisis, pero no pueden sostenerse sin el apoyo gubernamental.
  2. Dependencia de las ollas comunes: Miles de familias dependen de las ollas comunes no como un complemento, sino como su fuente principal de alimento. Sin un incremento en el presupuesto asignado, el riesgo de desabastecimiento es real y podría generar una crisis alimentaria en los sectores más pobres del país.
  3. Responsabilidad del Estado: El derecho a la alimentación es un principio fundamental, reconocido tanto a nivel nacional como internacional. El Estado tiene la responsabilidad de garantizar que cada ciudadano pueda acceder a alimentos nutritivos y en cantidad suficiente. No se trata de ideología, como lo ha mencionado la presidenta Dina Boluarte, sino de derechos humanos básicos.

Argumentos Emotivos:

Las ollas comunes no son solo un espacio donde se sirve comida, son lugares de encuentro y solidaridad que han rescatado a comunidades enteras del hambre y la desesperación. Las palabras de Fortunata Palomino expresan el sentimiento de miles de mujeres que, de manera voluntaria, han sostenido a sus vecinos en tiempos de crisis:

  • “No estamos pidiendo lujos, estamos pidiendo lo básico: poder alimentar a nuestros hijos y ancianos”.
  • La lucha diaria de estas mujeres que se levantan al alba para cocinar con lo poco que tienen es una muestra del coraje y el espíritu solidario que caracteriza a estas líderes comunitarias.

La ignorancia y falta de sensibilidad ante esta situación, como lo demuestra el ministro Manero al desconocer la importancia de la comida y los precios, solo profundizan el sufrimiento de quienes ya se encuentran al límite.

Reconocimiento a un Sector Crucial:

Las ollas comunes son mucho más que un recurso temporal. Son una respuesta colectiva y organizada a la crisis, y han sido fundamentales en la supervivencia de miles de personas. Reconocer su importancia es reconocer el esfuerzo de miles de mujeres que, sin esperar nada a cambio, trabajan para alimentar a su comunidad.

Las declaraciones que restan valor a esta labor social solo perpetúan la invisibilidad de los sectores más vulnerables. Es crucial que el gobierno actúe con rapidez y asigne el presupuesto necesario para asegurar la continuidad de este trabajo. Además, el llamado de Fortunata Palomino a que el ministro Manero visite los mercados y vea la realidad no es solo una petición: es una exigencia de justicia para quienes han sido ignorados por demasiado tiempo.

Conclusión:

Las ollas comunes no son un símbolo de pobreza, sino un símbolo de resiliencia y solidaridad comunitaria. Si el Estado realmente busca un desarrollo inclusivo, debe comenzar por reconocer y apoyar a aquellos que están en la primera línea de batalla contra el hambre y la desigualdad. La ampliación del presupuesto no es solo una necesidad, es una responsabilidad moral y social que no puede seguir siendo ignorada.

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