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Opinión

SANTIAGO BASABE SERRANO: Noboa, el hijo, al poder

Las primeras acciones del joven mandatario deben ir encaminadas a apartarse en cuanto a sabores y olores del Gobierno saliente

Celebración por el triunfo de Daniel Noboa en Guayaquil.
Celebración por el triunfo de Daniel Noboa en Guayaquil.MARIA FERNANDA LANDIN (REUTERS)

Ecuador amanece con presidente electo. A diferencia del padre, el Noboa que ahora será inquilino del Palacio de Carondelet por un año y medio llega al poder en su primer intento. Sin organización partidista que lo represente, sin una bancada legislativa que lo cobije y sin mayores cuadros políticos que den impulso a la maquinaria estatal, Noboa intentará resolver los acuciantes problemas del país. ¿Cómo lograrlo?, esa debe ser la pregunta que ahora mismo retumba tanto en la cabeza del nuevo Jefe de Estado como en las de sus principales asesoras: Anabella Azín, madre y exlegisladora, e Isabel Noboa, tía y empresaria siempre cercana a los hilos de la política y el poder.

Algunas ideas que están circulando se relacionan con el principal enemigo político al que Noboa debe enfrentar en lo inmediato. No se trata de la Revolución Ciudadana ni de sus líderes. En realidad, las primeras acciones del joven mandatario deben ir encaminadas a apartarse en cuanto a sabores y olores del Gobierno que está por salir. Ahí está su primera gran decisión política si desea llegar al primer trimestre del año entrante con el suficiente gas para emprender la campaña presidencial de 2025.

Aunque la idea de ser el presidente más joven que ha dado el Ecuador debe ser alucinante y a la vez desconcertante, el país espera que el nuevo Jefe de Estado oriente su gobierno alrededor del pragmatismo. Dos o tres temas de agenda nacional bien encaminados, con resultados inmediatos y trasladados de forma sencilla a la población. Basta y sobra. No hay tiempo para disputas con la Asamblea Nacional y menos para una consulta popular que no hará sino oscurecer el corto camino que media entre este período de transición y el próximo proceso eleccionario. Desde luego, en el punto más alto está la lucha contra la inseguridad que ha desbordado ya la paciencia y el ánimo de la población. Lucha certera, eficaz y sin miramientos es lo que la ciudadanía espera. Si en ese objetivo Noboa arroja valores positivos, los votos necesarios para la próxima elección estarán en período de maduración. Antes que las lluvias arrecien, las del Fenómeno del Niño y sobre todo las aún más turbulentas que provienen de la política, el joven presidente debe emprender acciones frontales contra la delincuencia organizada.

Algo similar ocurre con los temas sociales. Allí donde el Gobierno saliente ha sido incapaz de satisfacer necesidades básicas, debe estar Noboa para presentar una administración renovada. Salud pública, atención prioritaria a los sectores más deprimidos en el plano socioeconómico y salidas a la educación superior, son algunos espacios en los que, dentro de los pocos meses de gobierno, Noboa puede marcar diferencia. Pero el pragmatismo del nuevo presidente no debe pasar solamente por las acciones sino también por los actos simbólicos, aquellos a los que se refería C.S. Peirce, el padre del pragmatismo. En ese andarivel, Ecuador espera un Noboa cercano a la gente, que conviva con el pueblo y que en él se refleje la esperanza de un país que atraviesa por uno de los peores momentos de su historia reciente.

En ese aspecto, la conformación del gabinete ministerial será la primera prueba de fuego. Contar con secretarios de Estado de diversos sectores sociales y políticos, provistos de legitimidad ciudadana, sería un gran punto de partida. En el grupo de cercanos al gobierno no debería reflejarse una de las fortunas más grandes del país y acaso de América Latina pues, simple y llanamente, eso no se ve bien ante el ciudadano de a pie. No solo eso, con un grupo de asesores que responda a diferentes vocerías, Noboa podría garantizar, al menos al inicio, un apoyo sectorial que le va a ser indispensable cuando el calor de las elecciones descienda, las fiestas de fin de año culminen y la voracidad de un sistema político con poca criticidad y espíritu de unidad vuelva a aflorar. Al final, Noboa llega con más debilidades políticas que fortalezas y en esos casos compartir el poder amaina las turbulencias de un país en el que los depredadores están al acecho del gobierno de turno.

Ecuador va por un nuevo gobierno de centro – derecha a renglón seguido. Aunque parezca, no se trata de una reconfiguración de las posiciones ideológicas de la gente sino más bien de la ausencia de opciones de centro y menos de izquierda. Lo que ahora hay, la Revolución Ciudadana, no termina de despegar. Acaso sus principales problemas no están en sus propuestas sino en la ausencia de libertades para que nuevos liderazgos se generen por encima de los encumbrados a los altares. Problema de ellos, dirán algunos. Problema del país, dirán los que desean ver un Ecuador con tres o cuatro opciones políticas distintas y que permitan una elección más eficiente al elector.

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