En el Congreso han empezado a plantearse algunas reformas pensando en las elecciones adelantadas. Sin embargo, las propuestas parecen más orientadas a permitir que los actuales legisladores puedan permanecer en sus curules. Flor Pablo responde sobre el actual debate parlamentario.
— Usted se reunió con la presidenta Dina Boluarte. ¿Percibe en el Gobierno un interés real por defender la autonomía de la Sunedu?
— En la conversación con la presidenta y el premier Otárola hubo una expresión de interés general por mejorar la educación y preocupación por la contrarreforma. Pero, claro, eso es como declarativo. En concreto, el ministro que han nombrado (Óscar Becerra) no refleja esa buena voluntad de defensa de las reformas educativas. Y eso yo se le expresé en la reunión con la presidenta.
— ¿Y qué le respondió ella?
—Me dijo que lo iban a revisar. Concretamente, le mencioné las declaraciones del ministro, pero luego han venido otros hechos. Por ejemplo, los primeros rectores con los que se ha reunido son con los que defienden la contrarreforma. Y hasta ahora no cambia al viceministro de gestión pedagógica que está desmantelando la reforma docente, que es cercano al Fenate.
— ¿Debe ser cambiado Becerra?
— Creo que sí, y es lo que le solicité a la presidenta. Para ser coherentes con lo que ella y el premier han planteado. Es un ministro que no ha hecho una defensa clara de la reforma universitaria y ahora plantea que los textos del Minedu tienen un componente de ideologización y ha empezado una caza de brujas diciendo que hay mensajes terroristas en ellos, sin ningún argumento ni base. Sus palabras y actuaciones hacen claro que no puede estar a cargo de un sector que ya fue golpeado del expresidente Castillo. Creo que es mucho más conservador en su discurso que los que estuvieron antes. Hay que cuidar de hacer a la educación un botín. Espero que puedan corregir de cara al voto de confianza.
— Que ya lo tienen asegurado. ¿Qué piensa de las generosas palabras de Otárola hacia la bancada de Fuerza Popular?
— El premier tiene que reunirse con las diferentes bancadas, eso no está mal. Pero no puede caer en concederle a cada grupo un pedazo del Estado cuando estamos en un problema de legitimidad. Nada gana el Gobierno queriendo caerle solo bien al Congreso, cuando se tiene que conectar con la ciudadanía. Ese es el punto débil.
— ¿Cómo ve la relación del Gobierno con los ciudadanos?
— Esperaría a nivel territorial el mismo esfuerzo que hacen con las bancadas. Hay carencia de un diálogo con cada región. Y tenemos una gran oportunidad que el Gobierno no aprovecha, que son las nuevas autoridades que acaban de entrar con un oxígeno que no tienen ni el Ejecutivo ni el Legislativo.
— El planteamiento para que las elecciones adelantadas sean en abril del 2024 era que eso daba tiempo para hacer reformas. Pero lo que se escucha son propuestas orientadas, básicamente, a reelegirse antes que nada. ¿Qué responde?
— Lo que tenemos es un Congreso desconectado de los ciudadanos. Por eso el resultado de la aprobación que tenemos, un 8% bien ganado, porque no somos capaces de leer qué quiere la gente.
— La gente quiere que se vayan mañana y proponen un Senado, la reelección.
— Que no son malas.
— No, desde luego que no. Pero ante un desprecio casi unánime, suena un poco provocador plantear esas reformas porque se interpretan como la búsqueda de querer quedarse.
— Les he dicho: planteemos eso, pero sin postular nosotros, para conectar con la gente.
Flor Pablo afirmó que Óscar Becerra, ministro de Educación, debe ser removido de su cargo. Foto: Antonio Melgarejo/La República
— Para dar un mensaje: nos interesa la institución, proponemos esto, pero al mismo tiempo renunciamos a beneficiarnos.
— Así es. Creo en la bicameralidad. Y se puede conversar lo de la reelección. Sin embargo, hay que conectar con la ciudadanía que está harta de los políticos, que siente que uno entra a la política para ver sus intereses. ¿Cómo va a leer la ciudadanía que lo primero que quiero es la bicameralidad y la reelección, pero no pongo que no seré beneficiada directamente? Lo otro sería llevar esto a referéndum. El Gobierno y el Congreso necesitamos recuperar un poquito de credibilidad. Algo aunque sea. Y para eso se requieren gestos. Y un gesto es decir: si la institucionalidad requiere bicameralidad y reelección, no nos vamos a presentar. Es decir, dejar en claro que las medidas no son para beneficiarnos a nosotros mismos.
— ¿Y con un referéndum, me dice?
— Tal como está el nivel de desconfianza, a este Congreso le tocan solo reformas mínimas. Lo que le toca es ver cómo mejorar la representación para que los candidatos tengan un poquito de mayor idoneidad.
— Yo solo escucho hablar del Senado y de la reelección, pero casi nada, por ejemplo, de una reforma sustancial, que son las primarias. Nada.
— Claro. En la Comisión de Constitución hubo una reunión de partidos políticos y he visto con mucha preocupación que ninguno de ellos -y el sesgo está también en los congresistas- habla de las primarias abiertas.
— Nadie. Y está ahí el tema, para aplicarse.
— Dicen que (las primarias abiertas) van en contra de la institucionalidad porque los que tenemos que definir somos los militantes. Por favor, eso es de una ceguera tremenda cuando sabemos la crisis en la que se encuentran los partidos políticos. Más bien, hay que abrirlos a la participación ciudadana.
— ¿Todo esto puede terminar enojando más a la gente?
— La indignación ya se expresa en las movilizaciones, pero también puede expresarse en una apatía e indiferencia. La gente nos elige y luego se pregunta cómo llegaron tales y cuales al Congreso, porque las personas no se sienten representadas, a pesar de participar en las elecciones. Hay reformas que se pueden hacer, como lo de las primarias, o mirar las circunscripciones electorales para pueblos indígenas, o dividir Lima en varias y ya no mirarla como una sola, para mejorar el nivel de representación. Pero mi preocupación es que falta la segunda votación para confirmar las elecciones.
— ¿Cree que existe un riesgo de que no se apruebe la reforma en la segunda votación? ¿Que no se llegue a los votos?
— Espero que se llegue. Pero en el Congreso una no puede estar 100% segura. Hay que insistir en eso. Ese 2024 que parece lejano no es una certeza hasta que no tengamos la segunda votación en marzo.