Nuevas dietas y enfoques nutricionales, enfocados en la salud general de las personas y del medio ambiente, llegan para quedarse.
El mundo de la nutrición es cambiante y está regido por las últimas novedades e investigaciones científicas publicadas. Es bien sabido que en las últimas décadas se ha incrementado el consumo de carne, lácteos y alimentos procesados que, como muestra ampliamente la evidencia, contribuyen a unos malos hábitos alimenticios que terminan en problemas de salud. Además, el estilo de vida de hoy en día y nuestras dietas contribuyen a la degradación ambiental, pérdida de biodiversidad y son responsables de un porcentaje alto de emisiones de gases de efecto invernadero.
Nuevas corrientes dietéticas han cogido fuerza estos últimos años y llegan al 2022 como auténticas tendencias nutricionales que nos acompañarán de ahora en adelante. Estos nuevos enfoques nutricionales, alguno en forma de dieta, no solamente tienen el objetivo de la pérdida de peso, sino que buscan incrementar el estado de salud general de las personas y, también, del medio ambiente.

Hay toda una corriente de estudios que sugiere que la población adopte dietas más benignas para el medio ambiente en el ámbito mundial porque esto podría mejorar la capacidad a largo plazo del sistema alimentario, y mejoraría la salud de los consumidores y la del planeta. La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación (FAO) define las dietas sostenibles como dietas con bajo impacto ambiental, que contribuyen a la seguridad alimentaria y nutricional y a una vida saludable para las generaciones presentes y futuras. Entre sus ventajas, la dieta sostenible:
protege y respeta la biodiversidad y los ecosistemases culturalmente aceptable y accesible,económicamente justa y asequible,nutricionalmente adecuada, segura y saludable.optimiza al mismo tiempo los recursos naturales y humanos. En definitiva, la dieta sostenible resalta la importancia de otros problemas de salud relacionados con los alimentos (uso de productos químicos y pesticidas), el medio ambiente y el clima (por ejemplo, los gases de efecto invernadero, uso del agua y de la tierra), aspectos económicos y suministro de alimentos, y cuestiones sociales y éticas (condiciones laborales y de bienestar animal), destacando también el uso de alimentos ecológicos, locales y de temporada..Los principios básicos de la dieta sostenible se basan en: reducir el consumo de carne y productos lácteos con bajo contenido nutricional, incrementar el consumo de fruta y verdura de temporada y de proximidad, así como consumir más productos responsables con el medio ambiente.

Se vuelven a poner en valor pautas e indicaciones para evitar picos de azúcar en sangre en cada comida. Estas reglas trabajan desde la importancia de combinar estratégicamente todos los grupos de alimentos en una misma comida.
Este tipo de dietas, las llamadas comúnmente como “Blood glucose control diet”, están concebidas para personas que padecen prediabetes, diabetes u otras afecciones que afectan al azúcar en sangre; pero también para personas que quieren mantener, mediante su dieta, niveles saludables y estables de azúcar en sangre, no solo para no engordar, sino para mantener un estado óptimo de energía durante todo el día.
Y es que estas dietas, además de regular el azúcar en sangre, controlan también otras condiciones y síntomas que mejoran al equilibrar la glucosa en sangre: hambre constante, antojos, fatiga crónica, problemas de sueño, diabetes gestacional, migrañas, acné, psoriasis, depresión, resistencia a la insulina e, incluso, infertilidad.
<Mientras que algunos alimentos, como los que tienen un alto contenido de azúcar añadido y carbohidratos refinados, pueden contribuir a las fluctuaciones del azúcar en sangre, otros alimentos pueden optimizar esta regulación mientras promueven la salud en general.
Todos los consejos de esta línea nutricional están enfocados a reducir los picos de azúcar en sangre. Entre algunos consejos, señalan que los carbohidratos no se consuman nunca solos sino que se coman acompañados de grasas saludables, proteína o fibra para reducir los picos de azúcar en sangre. Por tanto, aconsejan acompañar el arroz, patatas, pasta o pan, siempre con aguacate, queso, frutos secos, vegetales, ensalada, pescado, carne, aceite de oliva, cremas de frutos secos o legumbres. Asimismo, apuestan por desayunos “salados” antes que dulces, comer entrantes vegetales (palitos de zanahoria, ensalada de pepino, una ensalada caprese, tabulé de verduras) o entrantes con grasas saludables antes del plato principal, comer la fruta entera (nunca hecha zumo o deshidratada) y, si hay que comer algún dulce, que se coma después de una comida principal, no con el estómago vacío.

La confusión sobre si las grasas son buenas o malas llega cuando se meten todas en el mismo saco y no se tiene en cuenta la diferencia que hay entre ellas. Con los años, las investigaciones han ido estudiando los diferentes tipos de grasas por separado y, mientras que algunas se han relacionado con efectos negativos sobre la salud cardiovascular, se ha descubierto que otras ofrecen importantes beneficios para la salud y especialmente la salud del corazón.
La grasa es un elemento tan esencial en nuestra dieta como las proteínas y los carbohidratos. Aporta energía a nuestro cuerpo, protege nuestros órganos, apoya el crecimiento celular, ayuda a absorber nutrientes vitales y mantiene el colesterol y la presión arterial bajo control.
Las grasas que más investigaciones han reunido desde mediados del siglo pasado son las grasas trans y saturadas, por su potencial capacidad de dañar nuestras arterias y afectar a nuestra salud cardiovascular. Se han estudiado con lupa la mantequilla, margarina, productos lácteos, aceites tropicales, carne y grasa de cerdo, las grasas trans se encuentran en productos fritos, procesados y bollería. Las conclusiones de la ciencia son claras: tener una alimentación enfocada a el consumo de este tipo de grasas puede llevar a incrementar los niveles de colesterol en sangre, sobre todo los niveles de LDL, el colesterol “malo”, así como aumentar los niveles de inflamación en el cuerpo.
Existe, pues, una clara tendencia en la nutrición que se enfoca en el consumo consciente y reiterado de las grasas consideradas buenas, como las grasas monoinsaturadas y poliinsaturadas. Estas se encuentran en el aceite de oliva y en los aguacates, las almendras, nueces, avellanas, anacardos y semillas (lino, chía, sésamo), soja y tofu, y productos que proceden del mar, como el salmón, arenque y atún, por su alto contenido en ácidos grasos omega 3.

Una dieta más sostenible con el medio ambiente pasa por reducir el consumo de carne. Los eneros de los últimos años han recogido los picos más altos de búsqueda en todo el mundo sobre temas del veganismo y alternativas a la carne, debido al famoso “veganuary”, la iniciativa que propone dedicar este mes a no consumir productos de origen animal. Esta tendencia e interés hacia el veganismo se mantiene durante los años y crece de un año a otro, como también lo hacen las alternativas a la carne para dar con la demanda de productos sustitutivos.
Entre estos productos encontramos alimentos como Heura, una de las alternativas más parecidas a la carne y con mayor valor nutricional, cuyo ingrediente principal es la soja. En los últimos meses, Heura ha superado en interés y en búsquedas a otra marca que ganó popularidad internacional hace unos años, Beyond Meat, también en el mercado para sustituir la carne y aportar una opción diferente que imita el sabor, textura y propiedades de la carne.