“El sexo se ha vuelto un ansiolítico para mí. Cada vez que sufro y ya no puedo más, la sexualidad se convierte en mi refugio“, me comentaba un paciente de 45 años.
Es habitual observar cómo los pacientes utilizan las conductas sexuales (pornografia, prostitución, chats o webcams sexuales) para regular su mundo afectivo. Cuando los pacientes con estas dificultades no saben gestionar sus emociones acuden al sexo a buscar su serenidad.
Aunque todavía es necesaria más investigacion, el TCSC afecta alrededor de un 10,3 % de varones y al 7 % de mujeres de la población general, según el libro “Conducta sexual compulsiva: Una mirada integral. Guía para profesionales”. Alrededor de un 87 % de los pacientes tiene dificultades con el control del uso de pornografía y entre un 15-20 % conductas sexuales como sexo de pago o infidelidades. Las personas que padecen estas dificultades pueden ver afectadas las siguientes áreas: Personales: el modo de pensar y entender la sexualidad está distorsionado y aprece la pérdida de autoestima y confianza en uno mismo, sentimientos de incapacidad, alteración del bienestar espiritual, malestar personal, humillaciones o desprecios, vergüenza, culpa y falta de desarrollo de la identidad personal. Económicas: pérdida de empleo, gastos de dinero excesivos o improcedentes, chantajes y fraudes. Interpersonales: rupturas sentimentales, pérdida de confianza de otros, alteración y dificultades en las relaciones interpersonales, daño emocional a otros, aislamiento social, fallos en el cuidado de una persona querida, rupturas matrimonialaes o de pareja y pérdida de amistades. Médicas: enfermedades de transmisión sexual, relaciones sexuales físicamente no saludables, disfunciones cognitivas, psicopatologías, disfunciones sexuales y empeoramiento de la salud. Otras: problemas legales (denuncias, detenciones), comportamientos irresponsables, renuncia a metas u objetivos importantes, expulsión de organizaciones, asociaciones, etc. y deterioro de la imagen pública.
Bajo rendimiento académica o laboral y absentismos frecuentes. Consumo de drogas (alcohol, tabaco, cannabis y otras sustancias). Dificultades en la regulación emocional. Fuerte inclinación a buscar novedades o sensaciones novedosas. Dificultades para la expresión emocional. Lenguaje excesivamente sexualizado. Problemas de estabilidad en la pareja, infidelidades, etc. Poco interés en las relaciones sexuales con la propia pareja. Baja o nula formación sexual o una gran culpa respecto a sus actos sexuales.
Pero hay salida. Aunque el caminio es largo y requiere de conciencia, motivación, fortaleza, soporte, paciencia, cariño, ayuda y dedicación la salida sí existe. En los últimos años se han demostrado diferentes tratamiento eficaces para ayudar a estas personas, que incluyen terapia individual (desde diferentes corrientes, aunque destaca la eficacia de la terapia congnitivo conductual), las terapias de grupo y, en ocasiones, la terapia farmacológica. Estos tratamientos ayudan a regular las conductas y controlar los impulsos, además de a reaprender una sexualidad sana y vivir una vida más libre.