Un hashtag y una serie de carteles circulan entre internautas brasileños indignados con los precios que alcanzaron varios artículos de consumo básico como el arroz, la carne o el arroz de cocina.
Letras de imprenta negras, números de color rojo sobre un fondo amarillo intenso. En todos los casos, los mensajes van acompañados de frases como Tá muito caro (está muy caro) o como O Brasil não merece isso (el Brasil no merece eso). Se trata de mensajes que se replican en los perfiles de Twitter y Facebook de internautas brasileños, que parecen cansados de los efectos de la inflación en sus bolsillos.
Los mensajes responsabilizan directamente al presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, por lo que consideran precios excesivamente altos de productos de primera necesidad. Los carteles consignan que un paquete de 5 kilos de arroz cuesta 40 reales (unos 7 dólares) y que un kilo de carne alcanza los 70 reales (12 dólares).
La queja también abarca al precio de los combustibles, ya sea para transporte o para cocina. Una garrafa de 13 kilos de gas para cocinar cuesta 105 reales (19 dólares), mientras que un litro de gasolina tiene un precio de 5,50 reales por litro (1 dólar).
A partir de estos precios, la campaña concluye que actualmente la canasta básica de un hogar brasileño llega a 654 reales (118 dólares).

Los carteles fueron compartidos por cientos de internautas y por figuras de la política brasileña, como la escritora y política Manuela Dávila, vinculada con el Partido Comunista de Brasil (PcdoB) o el diputado del Partido de los Trabajadores José Guimarães.

Los precios altos en Brasil, en memes
La campaña no fue la única forma de expresión de los brasileños contra los precios altos. Las redes también replicaron gran cantidad de memes que evidencian el hartazgo de la población por el incremento de precios. En casi todos los memes, el señalado como responsable es el presidente.
Algunos memes fueron especialmente directos con el mandatario, sin eufemismos.
La suba del precio de la gasolina es uno de los aumentos que más indigna a los brasileños, que ironizan con la necesidad de tener que “volver a la carroza”.