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Internacional

La ONU y su conducta vergonzosa en el genocidio de Gaza

La comunidad internacional vuelve a fallarle al pueblo palestino, situándose nuevamente en la narrativa de Occidente y sobre todo generando impunidad con Israel.

La comunidad internacional, supuestamente representada por el máximo órgano de reunión, discusión y resolución de los países del mundo, es decir la Organización de las Naciones Unidas (ONU) vuelve a fallarle al pueblo palestino, situándose nuevamente en la narrativa de las potencias occidentales y sobre todo generando impunidad con el régimen israelí y sus crímenes.

Conducta que se concreta y amplifica, en plena celebración y rituales del mes sagrado musulmán conocido como Ramadán, con declaraciones del secretario general de la ONU, el portugués António Guterres1, respecto a silenciar las armas en pleno proceso de exterminio del sionismo contra el pueblo palestino, que simplemente muestra la tibieza, el temor, pero también la pasividad y sometimiento permanente, ante sus amos occidentales. Y, sobre todo, el otorgamiento de una vía de protección a todo evento, con el nacionalsionismo israelí.

Ar Ramad (calor abrasador, en español), que etimológicamente da cuenta de la revelación del libro sagrado de los musulmanes en Laylat al-Qadr —noche de destino— que se conmemora durante un mes y se constituye en el mes más sagrado del calendario, para 2 mil millones de fieles alrededor del mundo. Una fecha donde la comunidad del Islam, —la Umma— tiene el firme propósito de crecer espiritualmente y establecer relaciones más sólidas con Allah. Y, la manera de concretar este objetivo es ayunando, rezando y recitando el Corán con el noble objetivo que sus acciones tengan como objetivo primordial la intención limpia y el desinterés. Es una idea sentida profundamente que el espíritu de esta tradición, de esta conmemoración, cualquiera sea el momento histórico que se viva, representa, en esencia, un momento de piedad y autorreflexión.

Así bajo esa idea y esa práctica milenaria, surgen algunas interrogantes en este 2024 para el mundo occidental y el año 1445 para el mundo del islam, en el marco de la más sangrienta política de exterminio que el régimen nacionalsionista israelí lleva a cabo contra la sociedad, mayoritariamente musulmana, como es la palestina ¿es posible pensar en conceptos como piedad, reflexión, desinterés, buenas intenciones, en un escenario donde hombres, mujeres y especialmente niños palestinos sufren un proceso de solución final al estilo de la Conferencia de Wannsee2 a manos de un régimen como el israelí? Unido esto al silencio obsequioso de gran parte de su sociedad, sedientos de sangre, ávidos de usurpar más tierras, ocupar cada rincón de Palestina, colonizarla, expulsar a sus habitantes y sobre todo exterminarlos en el mayor número posible. Cegar la semilla palestina, hipotecar su futuro es parte del objetivo criminal de la política israelí y sus líderes, pero además apoyado, mayoritariamente, por su sociedad.

Palestinos que han visto y sufrido, como ningún otro pueblo en la tierra, en algo más de un siglo como aquellos extraños, extranjeros, principalmente europeos del centro y del este de aquel continente, recibidos en paz decidieron que esa tierra les había sido proporcionada por un dios exclusivo y excluyente, que era manera de llevar adelante mitos fundacionales, cambiar sus nombres europeos por el de semitas. Extranjeros que aprovechando la crisis de conciencia occidental por el genocidio cometido por el Tercer Reich y en ello aprovechar el impulso de apetitos hegemónicos en Asia Occidental, decidieron que había llegado la hora de hacer pagar a un pueblo inocente como el palestino, los crímenes cometidos a miles de kilómetros de distancia por el régimen nacionalsocialista alemán y tomar de ellos el símil del genocidio para implementarlo con el pueblo palestino. Los descendientes de víctimas del nazismo, convertidos hoy en victimarios nacionalsionistas del pueblo palestino, que utilizan lo que afirman les fue aplicado a cientos de miles de seres humanos, lo que nos hace recordar que ese símil es la continuación de una alianza tejida, denominada Ha´avara3, incluso antes de lo que cierta parte de la humanidad denomina el holocausto de europeos de creencia judía pero, dejando de lado el exterminio de millones de soviéticos, cientos de miles de gitanos, personas con discapacidad mental, prisioneros políticos entre otros.

En este escenario de muerte, cruento, brutal, llevado a cabo con total impunidad por una sociedad y su gobierno civil-militar que goza de absoluta impunidad local e internacional el secretario general de la ONU, a escasas horas del comienzo de Ramadán llamó a silenciar las armas en Palestina en función de “honrar el espíritu de ramadán” recordando que esta conmemoración musulmana significa “un espíritu de compasión” y, en consecuencia, sostuvo el alto funcionario internacional, pidió la liberación de los rehenes en manos de la resistencia palestina, desde el pasado 7 de octubre. Guterres demandó a los líderes políticos, religioso y comunitarios del mundo a que hagan “todo lo que está en su poder para hacer de este mes sagrado un momento de empatía, acción y paz”. Guterres dijo sentirse conmovido por las familias de las víctimas, poniendo en una misma balanza a tanto a los israelíes como el pueblo palestino.

Esto no se trata de equilibrar número de muertos, heridos, destrucción, sin que el contexto del levantamiento de la resistencia palestina sea tomado en su justa y legítima medida. No es posible entender la legitimidad de la autodefensa palestina, su derecho a la resistencia si no se pone en la balanza de la palabrería vana, tibia e hipócrita de aquellos líderes de opinión como Guterres que simplemente no quiere herir la sensibilidad sionista, para no enfrentará el reclamo furibundo y fuera de todo sentido de la entidad israelí y sus avales occidentales. Hablamos de dar cuenta de 76 años de ocupación, colonización y exterminio a manos del régimen más criminal, brutal y genocida que haya surgido en la tierra tras el fin de la Segunda Guerra Mundial como es el nacionalsionismo.

Insisto en esta interrogante ¿Es posible hacer un llamado bajo el criterio de equiparar, del no decir palabra alguna respecto a 76 años de ocupación, colonización y exterminio del pueblo palestino, por parte del nacionalsionismo, que hoy dicen lamentar la muerte de 1200 israelíes, parte importante de los cuales murieron bajo el fuego de artillería, soldados y helicópteros artillados de su propio ejército ocupante? Efectivamente dado a conocer por sus propios medios de comunicación, ex militares, en contexto de la llamada Doctrina Aníbal. Mientras las palabras no sean claras, precisas, que vayan al centro del problema, seguiremos sujetos a la influencia nefasta, la manipulación y la desinformación de una narrativa nacionalsionista, que trata de hacernos creer que las muertes en la zona comenzaron el 7 de octubre del 2023. Enterrar así más de siete décadas de crímenes, de oprobio, de genocidio contra el pueblo palestino.

Así, se nos oculta 76 años de crímenes ha significado el asesinato de la menos 150 mil palestinos, centenares de miles de heridos, la destrucción de ciudades, pueblos, aldeas, la segregación de la sociedad palestina, millones de refugiados, la expulsión de sus tierras de millones de seres humanos, el robo de sus propiedades, la destrucción de sus viviendas el expolio de sus recursos acuíferos, la demolición de miles de viviendas, la sionización de Al-Quds, la construcción de asentamientos que han significado el fragmentar, dividir Cisjordania y hacer imposible la posibilidad de conformar un Estado palestino, incluso en la idea de la frontera del año 1967 —previo a la agresión de la guerra de ese año—.

El político portugués dijo haberse sentido conmovido por las familias de las víctimas -tanto israelíes como palestinas- que le pidieron ir más allá de las palabras y tomar acción para frenar la guerra. “¿Es eso mucho pedir?”, insistió Guterres. Hasta el momento, los llamamientos del portugués han caído en saco roto y las peticiones de alto el fuego han fracasado una y otra vez en el Consejo de Seguridad por el veto de Estados Unidos, que en apoyo de Israel razona que un cese del proceso de exterminio beneficiaría a la resistencia palestina porque permitiría su reorganización y rearme. Se habla hoy de una tregua de seis semanas que tendría como centro – desde el lado de los apoyos del sionismo – la liberación de los rehenes israelíes en manos de la resistencia, parte importante de los cuales han muerto bajo el fuego del ejército genocida israelí. No hay posibilidad alguna porque la casta política, militar y religiosa ultra del sionismo está sedienta de sangre, ha expresado vociferante y ebrios de criminalidad que no “hay que exterminar a todo palestino mayor de cuatro años”4. El régimen infanticida ha mostrado la esencia de lo que hemos venido denunciando día a día: la entidad israelí, sus líderes y en general su sociedad, en forma mayoritaria, es una sociedad genocida, delirante, perversa, cuya ideología debe ser eliminada de raíz. No existe otra posibilidad de paz.

¿Silenciar las armas honraría el espíritu del Ramadán, como plantea el secretario general de la ONU? En absoluto, silenciar las armas del pueblo palestino, es mostrar la otra mejilla, es mostrar el pecho desnudo y dejarse asesinar sin ofrecer resistencia alguna. Los que deben silenciarse en todos los planos, para respetar y honrar una conmemoración sagrada son aquellos criminales que ocupan, colonizan y exterminan al pueblo palestino. Quienes deben silenciar las armas son los que agreden a Siria, El Líbano, Irak, Yemen. Esta entidad perversa que denomina Israel es la que debe callar sus instrumentos de exterminio y su desprecio a las tradiciones y creencias de 2 mil millones de seres humanos. Las palabras de Guterres representan un llamado a regímenes sordos, que no van a cesar de exterminar al pueblo palestino, como lo han expresado una y otra vez “exterminar a todo palestino mayor de cuatro años”.

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